Hace unas semanas el sello Puffin Books (perteneciente a Penguin Random House), titular de los derechos editoriales de Roald Dahl en su versión original, anunciaba su intención de modificar parcialmente las obras del autor. Adaptar su redacción a la sensibilidad contemporánea, hacerlas más inclusivas, a efectos de asegurar ─decían─ que pudieran continuar siendo disfrutadas por todos. Así, las protagonistas de Las Brujas no pondrán ya a los niños a dieta, por ejemplo, y el personaje de la cajera de supermercado será sustituido por el de una científica de alto nivel, Matilda no leerá a Conrad, Hemingway o Kipling sino a Jane Austen y Steinbeck y las malvadas tías de James y el melocotón gigante perderán de repente su condición de gordas. Adjetivos como "feo", "gordo" o "negro" desaparecerán en estas nuevas versiones así como cualquier referencia a salud mental, género, raza... todo aquello, en definitiva, que pudiera ser considerado hiriente u ofensivo.
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