Repasando la vida de
Jim Thompson para la
XXIII Edición de nuestro Concurso Literario, vimos que pese a no llegar a pisar la cárcel siempre estuvo flirteando con esa posibilidad. Así que me pregunté ¿habría otros escritores que no hubieran tenido tanta suerte?
Desde luego que sí. La lista es muy amplia y en ella encontramos autores que simplemente pasaron por la cárcel como podrían haberlo hecho por la consulta del dentista, pero también a escritores que encontraron allí su vocación.
También hay otro caso. Uno mucho más perturbador como es el caso de…
Bueno, mejor lo dejamos para el final.
ESCRITORES ENTRE REJAS
El binomio cárcel-escritor es algo que chirría. Como sucede con profesiones como la de maestro o médico, solemos otorgar cierto aire de bondad a la persona que la ejerce. Craso error. Como en cualquier ámbito de la vida, la esfera personal es una y la profesional otra. Y creo que debemos acostumbrarnos a no mezclarlas, algo que en esta época de campañitas inquisidoras en las redes parece cada vez más de moda.
Así que os pediría que os tomarais esta entrada como un simple entretenimiento de cotilleos sin juicios ni prejuicios. Porque ya sabemos que quien esté libre de pecado que lance la primera piedra.
ESCRITORES A LOS QUE LA CÁRCEL NI FU, NI FA… O CASI
Y comenzamos con el caso de aquellos escritores a los que una decisión equivocada, una etapa complicada o un simple segundo de ofuscación los llevó a la cárcel. Esa experiencia les influyó de un modo u otro, pero en lo que a su carrera literaria se refiere no les supuso un gran cambio. Eran escritores, o lo serían ya en libertad, sin que la cárcel fuera determinante para ello.
En algunos casos, incluso, la experiencia carcelaria les concedió algo tan valioso y escaso en la vida en libertad como es el tiempo. Entre las rejas lo tienes a espuertas y alguien con talento puede aprovecharlo para, a lo mejor, escribir la Obra Maestra con mayúsculas de la Literatura Universal. Sí, hablamos de Don Quijote de la Mancha.
Don Miguel de Cervantes pasó por la prisión hasta en cuatro ocasiones. En unos casos por cuestiones tan ajenas a nuestra época como herir a alguien en un duelo. Su mayor período de reclusión fueron los cinco años en las cárceles de Argel, acusado de asesinatos y saqueo, aunque no está demasiado probado si eso fue así o simplemente fue un prisionero de guerra. Lo cierto es que en Argel formó su personalidad y consiguió un conocimiento del ser humano que más adelante utilizaría para su obra cumbre. Una obra que comenzó a escribirse en su último ingreso carcelario, cuando siendo recaudador de impuestos en Sevilla depositó parte de los mismos en un banco que quebró. Era el año 1597, faltaban todavía ocho para que viera la luz la primera edición del Quijote, pero como afirma en el prólogo, fue allí donde se concibió y quizá se escribieran las primeras páginas. Venga,
¿quién no se pasaría una temporada en la cárcel si nos aseguraran que escribiríamos algo parecido?
Otro autor que sí pudo aprovechar su experiencia en la cárcel, aunque fuera solo unos días, fue el escritor francés
André Malraux. Parece ser que invirtió la dote de su boda en acciones de una compañía que quebró y para intentar recuperar su economía, y de paso evitar el enfado de su suegro, echó mano de sus conocimientos de arqueología organizando una expedición a Camboya, con el objetivo de
robar piezas de arte jemer en un templo abandonado de Phnom Penh. Fue detenido
in fraganti por las autoridades coloniales. Lo curioso es que su defensa consistió en denunciar la manera descuidada con la que el gobierno protegía sus bienes históricos. Hay que reconocer que el tipo era un pelín caradura, ¿no? El caso es que estos hechos le inspiraron su obra
La vía real.
Más triste es el caso de la escritora italiana
Goliarda Sapienza. Tras una exitosa carrera como actriz de teatro se adentró en el mundo de la literatura con dos novelas que al parecer se publicaron con rapidez y éxito. Sin embargo, la tercera, la que a ella le parecía la mejor, la obra por la que había dedicado diez años de su vida, no obtuvo respuesta de ningún editor. Frustrada y arruinada, en 1979 robó unas joyas a una amiga de la que estaba enamorada para venderlas y así poder pagar el alquiler atrasado durante años. Su estancia en la cárcel sirvió de material para escribir
L'università di Rebibbia. ¿Y qué fue de la obra que escribió durante diez años? Bueno,
El arte del placer fue publicada en Francia el año 2000, cuatro años después de que ella muriera.
Para otros autores, la cárcel fue menos fructífera literariamente, aunque casi se convirtió en su segunda casa como es el caso del
Marqués de Sade, quien
disfrutó de ella durante treinta y dos de los setenta y cuatro años que vivió. Siempre fue por delitos consecuencia de su peculiar forma de ver la vida y la moral.
Blasfemia, prostitución, orgías... Desde luego, el hombre iba muuuy salido.
Hasta ahora solo hemos hablado de delitos menores, ¿subimos el nivel?
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Kate Winslet como Juliet |
El 22 de junio de 1954 dos quinceañeras, Juliet y Pauline, convencen a la madre de esta última para dar un paseo por un parque de Christchurch (Nueva Zelanda). Una vez allí, la asesinan golpeándole en la cabeza con un ladrillo envuelto en una media. Las adolescentes acudieron a la policía con el argumento de que había sido un accidente. No coló, por supuesto, y ambas fueron condenadas indefinidamente. En su momento se justificó el crimen con el argumento de que su lesbianismo les había provocado alteraciones mentales. Otras explicaciones, más razonables, apuntaban al odio y asco que profesaban a sus progenitores y no solo porque quisieran separarlas. Al parecer, las adolescentes eran muy inteligentes y lo suficientemente rebeldes como para darse cuenta de la hipócrita sociedad en la que vivían. Hipocresía que se mostraba en las infidelidades mutuas que los padres de Juliet cometían, pese a ser su padre el rector de la iglesia y su madre miembro del Consejo de Orientación Matrimonial.
De Pauline, no se conoce qué fue de su vida tras los cinco años que pasó en prisión. De Juliet, tampoco se tuvo noticia hasta que
Peter Jackson rodó una película basada en aquellos hechos y galardonada con un Oscar al mejor guion,
Criaturas Celestiales. Esa nueva luz del caso llevó a los periodistas a investigar y atar cabos. Hasta llegar a una de las más exitosas escritoras de novela de suspense,
Anne Perry. Aquel hecho no la hizo escritora, aunque es de suponer que sabiendo ese pasado podemos encontrar numerosas referencias a aquellos demonios que la llevaron a ser coautora de tan brutal asesinato.
Para terminar este apartado vamos a viajar hasta el 14 de abril de 1955.
En el Hotel Crillón de Santiago de Chile se escuchó un disparo y los que acudieron observaron a una mujer abrazando el cadáver de quien, al parecer había sido su amante. Gritaba que era lo que más había amado mientras se manchaba con su sangre. La mujer era la escritora y crítica chilena,
María Carolina Geel. Cumplió solo tres años gracias a que intercedió por ella la premio Nobel
Gabriela Mistral para solicitar su indulto. La escritora publicaría su experiencia en su novela
Cárcel de mujeres.
Como hemos visto, para ciertos escritores la cárcel supuso una experiencia más y a lo sumo solo sacaron de ella el tiempo para escribir o material para un libro aislado. Pero su carrera literaria no se define por ello.
Para otros, la vida carcelaria fue mucho más. Algo tan hermoso como encontrar su vocación literaria entre rejas.
ESCRITORES QUE ENCONTRARON A LA LITERATURA EN LA CÁRCEL
Sin duda, esta es la situación más edificante cuando hablamos de la relación entre la cárcel y la Literatura. Es el caso de aquellas personas que jamás escribieron nada hasta poner pie en prisión. De hecho, algunos apenas habían recibido la mínima educación como para poder imaginar que pudieran escribir algo más que su nombre. Pero la cárcel obró el milagro de darles a conocer la Literatura y, con ella, no solo recuperar la libertad, sino abandonar para siempre el mundo de la delincuencia.
Cuando a alguien acostumbrado a vivir situaciones límite encuentra la oportunidad de trasladar esa experiencia al papel lo que puede ofrecer tiene tal fuerza que el lector cae irremediablemente a sus pies. Este es el caso de un tipo de imponente presencia. Tanta que incluso le llevó a la gran pantalla para interpretar al señor Azul en la ópera prima de
Tarantino,
Reservoir Dogs. Hablamos de
Edward Bunker.
La vida de Edward Bunker cambió para siempre el día en el que la esposa de un productor de Hollywood, para la que había trabajado de chófer, le regaló una máquina de escribir y una suscripción a una revista literaria mientras cumplía condena en la cárcel de Folsom. Hasta ese momento, su historia era la típica de alguien a quien se le podría etiquetar como «carne de presidio». Nacido en un barrio marginal, padres alcohólicos, reformatorios, drogas, violencia y algún ingrediente más le llevaron a ser uno de los diez fugitivos más buscados del FBI.
Gracias a aquella máquina de escribir logró terminar en la cárcel hasta seis novelas, siendo la sexta
No hay bestia tan feroz la que consiguió alcanzar el visto bueno de un editor. Se dedicó al género negro, siendo incluso el fundador de uno de los subgéneros que conforman el universo negrocriminal:
las penitentiary stories.
Un caso parecido podemos encontrarlo en otro de los autores top del género negrocriminal:
Chester Himes. Como anécdota, hablamos del primer escritor negro que escribió novela negrocriminal. Al contrario que Bunker,
Chester sí llegó a estudiar en la universidad, aunque curiosamente fue allí donde comenzó a coquetear con los bajos fondos. Una carrera delictiva que terminaría en un atraco a mano armada que lo llevaría a la cárcel en 1928, con una condena de veinte años.
Entre rejas, sin embargo, encontró a Dios. No al que imagináis, sino a un dios del género negro como
Dashiell Hammett. En la biblioteca de la cárcel existían varios números de
Black Mask, mítica revista Pulp en la que publicaron por primera vez tantos maestros del género. Admiró tanto los relatos de Hammett que empezó a escribir. En 1934, todavía preso, consiguió publicar un relato en la revista
Esquire. Un año después saldría libre y ya completamente alejado del mundo criminal. Tras varios trabajos consiguió publicar su novela
Si grita, déjalo ir en 1945. El éxito de la misma le permitió dedicarse a la Literatura de manera profesional y, más adelante, crearía la popular serie de detectives protagonizada por
Sepulturero Jones y Ataúd Johnson.
Uno de los casos que más me ha llamado la atención es el del escritor alemán
Karl May (1842-1912). Quizá no es demasiado conocido en España, pero en Alemania sus novelas de aventuras compiten en la misma liga que las de
Julio Verne o
Emilio Salgari. Y desde luego tuvo un mérito terrible. La vida le dio fuerte nada más nacer. Estuvo ciego hasta los cinco años y mientras los demás niños jugaban al fútbol él lo hacía con la imaginación. Una imaginación que se alimentaba con los cuentos que le contaban su padrino y su abuelo. Ello forjó a un niño inteligente y con una vida interior abrumadora. Llegó a conseguir el puesto de maestro en una de las fábricas que contrataban a niños. Allí, un hecho cambió su vida.
El día que lo despidieron no se le ocurrió otra cosa que robar un reloj y una pipa de uno de sus compañeros. Por ello, no solo ingresó en la cárcel seis semanas, también perdió su licencia de profesor. Sin posibilidad de encontrar trabajo, recurrió a su arma más poderosa: la imaginación. Le tomó el gusto a adoptar identidades falsas para cometer robos y estafas que lo convirtieron en un asiduo huésped penitenciario. En una de sus estancias, una cárcel moderna en Zwickau que utilizaba técnicas de reinserción, comenzó a escribir. Su especialidad, no podía ser menos, era el género de aventuras. Publicó sus novelas por entregas en revistas que alcanzaron el éxito entre el público juvenil.
Tres casos edificantes, ¿verdad? Tres personas que nunca hubieran sido escritores de no haber pasado una temporada entre rejas y gracias a la Literatura escaparon del mundo del crimen. Bueno, quizá ha llegado el momento de transitar lugares más tenebrosos.
El historial delictivo que llevó a
Jack Abbot a la cárcel era amplio: falsificaciones, robos y hasta un homicidio. Después se añadirían numerosos episodios de violencia con otros presos y hasta alguna que otra fuga.
Su relación con la literatura comenzó de una manera un tanto peculiar. En 1977, Abbot tuvo conocimiento de que el escritor
Norman Mailer había contactado con el también asesino Gary Gilmore para documentar una novela. Su carácter egocéntrico le llevó a escribir una carta a Mailer diciéndole que si quería algo potente de verdad lo que tenía que hacer era contactar con él. Parece ser que la verborrea e inteligencia de Abbot fascinó al reputado Mailer. No era para menos. Abbot era un voraz lector de novelas y filosofía pese a no haber terminado la enseñanza básica. Esa relación epistolar se extendió durante varios meses hasta que Mailer decidió recopilar dichas cartas y publicadas bajo el título de
En el vientre de la bestia. El impacto del libro en la intelectualidad norteamericana fue tremendo. En
Vogue lo citaron como:
«uno de los libros más importantes de nuestra era».
Mailer y otros intelectuales intercedieron para que Abbot pudiera conseguir la condicional. Y así fue. Pero en este caso el delincuente no desapareció bajo la figura del escritor. Solo seis semanas más tarde, Abbot acudió con dos mujeres a un café. Allí discutió con un camarero. Lamentablemente, el tono de la pelea subió hasta el punto de que Abbot lo acuchilló y asesinó. Los apoyos de los intelectuales perdieron fuerza y fue condenado nuevamente. Ya no volvería a salir con vida de la cárcel, aunque sí escribió un segundo libro con menor repercusión. El 10 de febrero de 2002 se ahorcó en su celda utilizando una sábana y el cordón de su zapato.
La última relación es aquella en la que el escritor delincuente da cuenta de su historial a través de sus obras. Podríamos pensar que ello sería una especie de acto de constricción. En algún caso es así, pero los escritores que aparecen a continuación buscaban algo distinto... y mucho más macabro.
LA LITERATURA COMO ALIMENTO DEL EGO CRIMINAL
¿Preparados para tener una cita con el Mal? Sí, escrito con mayúsculas. En este caso hablamos de verdaderos psicópatas que encontraron en las letras la manera de promocionar sus hazañas y de alimentar su perverso ego.
¿Os ha entrado hambre mientras estáis leyendo esta publicación? En ese caso, quizá nuestro siguiente invitado os quite el apetito. ¿Exagero? Basta con citar su nombre y apodo para que os hagáis una idea:
Iseei Sagawa, el Caníbal. Además de japonés, es un tipo tirando a vulgar. Metro y medio, voz afeminada y sin asomo de carisma. Sin embargo, tiene una obsesión desde su época de estudiante: las mujeres occidentales, altas, rubias y blancas.
René Harteveld, una joven estudiante holandesa, tuvo la desgracia de reunir todas esas características y, además, hacerse amiga de él. También aceptó una cita en su casa, donde Iseei Sagawa la asesinó. No satisfecho con ello decidió intimar aún más con la joven.
Su cama sirvió de improvisada mesa en la que la desdichada se convirtió en un primer y segundo plato además del postre. Ahora un poco del brazo; luego, un seno; después… Bueno, no creo que haga falta seguir.
Semejante atrocidad solo tuvo una condena de quince meses de prisión. Parece ser que el hecho de que fuera hijo de un multimillonario fue un argumento jurídico de peso. Lo peor es que llegó a ser una celebridad en su país, uno de esos tipos mediáticos, de la casta de los tertulianos. Y no solo eso, ha escrito cuatro novelas en las que da rienda suelta a sus fantasías caníbales y parece ser que hasta los vende. Y mucho.
Otro escritor especialista en la gastronomía humana fue
José Luís Calva Zepeda, el Poeta Caníbal. Diez novelas, ocho obras de teatro y más de ochocientos poemas le hacen merecedor de ser llamado poeta.
El adjetivo de caníbal viene dado porque descuartizó a su pareja y, además, se vanaglorió de ello con obras como
Instintos caníbales,
Réquiem por un alma perdida y
Prostituyendo mi alma. Llegó a dedicarse una de sus obras a sí mismo con esta dedicatoria:
«Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que soy yo).»
Otro ejemplo de asesino ególatras es el escritor chino
Liu Yongbiao, muy famoso en China desde su novela
Una película. En el 2017
fue detenido por ser el autor de un cuádruple asesinato cometido en noviembre de 1995. La prueba de cargo fue una prueba de ADN, pero ya dejó constancia de su autoría en la novela
El secreto culpable (2010), en cuyo prólogo escribió que quería
«crear una novela sobre una bella escritora que ha matado a mucha gente, cuyos casos aún no han sido resueltos». Parece ser que, en el momento del arresto, el escritor recibió a la policía con un:
«os he estado esperando todo este tiempo». En una carta dirigida a su esposa afirma que:
«Al fin puedo ser libre del tormento mental que he aguantado tanto tiempo».
Reconozcámoslo, el criminal y el morbo que lo rodea vende. Es por ello que las biografías de los criminales suelen ser bien consideradas por los editores. El último caso que os traigo es el de
Jacques Mesrine.
Venga, pregunta rápida:
¿cuántos delitos se os ocurren? Pues bien, todos esos y alguno más los cometió este tipo. Este francés nacido en 1936 comenzó pronto su relación con la violencia. A corta edad presenció la masacre de unos aldeanos por parte del ejército nazi y quién sabe si eso marcó su carácter conflictivo. En la escuela fue expulsado varias veces y antes de la mayoría de edad ya se movía como pez en el agua en el mundo del hampa, la prostitución y las apuestas. Tampoco ayudó a encauzar su vida su pertenencia al ejército francés en la guerra de Argelia que sirvió como formación en el arte del asesinato. Llegó a convertirse en Enemigo Público nº 1 en Francia y su vida fue una sucesión de encarcelamientos y fugas. En una de sus estancias en la cárcel de La Santé, escribió su biografía
Instinto asesino. Lejos de mostrar arrepentimiento, llegó a reconocer delitos de los que la policía ni siquiera tenía noticias. Esa altanería tendría continuidad cuando años después fue portada de la revista
Paris Macht en la que se jactaba de sus crímenes y ridiculizaba al Estado francés por su ineficacia. Sus días terminaron el 2 de noviembre de 1979, cuando en una redada, la policía acribilló su coche. Años después se cuestionó si su muerte fue un crimen de estado.
Como hemos visto, el vis a vis entre cárcel y escritores suele dar prolíficos resultados, pero, que os conozco, los mejores delitos son aquellos que solo se cometen en el mundo de la ficción y para ello nos basta y sobra con la imaginación. Así que si os sentís tentados por el mal, os invito a participar en nuestro concurso de relatos inspirados en 1280 Almas, de Jim Thompson, en el que todavía estáis a tiempo de participar hasta el 15 de octubre.
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¡Clica en la imagen para participar! |
¡Saludos tinteros!
El pobre Oscar Wilde fue un incomprendido y se juntaron otras razones para quitárselo del medio. Sin embargo, "La balada de la cárcel de Reading" es uno de sus libros más impresionantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rocío. La verdad es que ese suceso fue truculento. Parece ser que la denuncia vino por parte del padre de su amante. Lo curioso es que tras la cárcel llegaron a congeniar. Un ejemplo de cómo un escritor de la talla de Wilde supo sacar provecho literario de esa experiencia. Un abrazo!
Eliminar¡Hola, David!
ResponderEliminarSiempre he pensado, sin saber que hay tantos como citas, que la cárcel por el tiempo y por la propia experiencia vital que conlleva el haber llegado allí debía ser la fábrica perfecta para producir escritores. Y es que desde Cervantes al que simplemente escribe una carta manuscrita desde prisión creo que es muy interesante todo lo que tenga que decir. De entre todas las historias que recoges yo voy a tirar para mi terreno y resaltar la adaptación cinematográfica "Criaturas celestiales" que es un pedazo de filme.
Mil gracias por una entrada tan interesante pero de verdad.
Un gran abrazo.
Gracias, Miguel. La verdad es que lo mejor para escribir es abandonar el mundanal ruido e intimar en soledad con la hoja en blanco. La cárcel te puede ofrecer eso, al menos. La lista de escritores podría ampliarse bastante más.
EliminarLa historia de Anne Perry es realmente curiosa y un ejemplo de hasta qué punto alguien que en su momento cometió tal atrocidad puede con los años ser una persona "normal". La vida y el comportamiento humano siempre es mucho más complejo que lo que nos dictan los juicios y prejuicios. Un fuerte abrazo!
Lo que se aprende por aquí.
ResponderEliminarGracias David (y ya van mil)
Gracias, Isabel. Bueno, tampoco te creas. Un abrazo!
EliminarLa verdad es que da gusto entrar en este espacio tan cultural y literario; uno no se va nunca de vacío.
ResponderEliminarMuchas gracias maestro.
Gracias, Francisco. Intentamos acercarnos a la Literatura desde distintos ángulos y creo que esta sección nueva de anécdotas de escritores puede resultar amena y sorprendente. Un abrazo!
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarQué delicia es pasar por aquí.
El caso de Anne Perry nos tuvo a mi hermana y a mí obsesionadas mucho tiempo(si, éramos raritas), es tan terrible que alguien que hace eso llegueatriunfar...yo creo mucho en las segundas oportunidades, pero en un robo, una mala decisión...lo deellasestruculento y horrible.
Mil gracias por esta entrada tan didáctica, se aprende muchísimo aquí.
Feliz noche.
Gracias, Gemma. Bueno, espero que vuestros padres no tuvieran conocimiento de ello, je, je, je... El comportamiento humano es realmente complejo. Bajo según qué circunstancias o según qué momento puede ser capaz de cometer la mayor de las atrocidades, pero la misma persona en otro contexto vital puede ser alguien muy distinto. ¿Hasta qué cuándo alguien debe ser condenado por un error cometido con quince años? Puff, un tema complicado y según el enfoque que demos en una historia podemos concluir respuestas muy distintas. Un abrazo!
EliminarJajajaja, mis padres lo sabían, pero sabían que no éramos fans ni nada así, era curiosidad, nos intrigaba que alguien pudiese hacereso y luego convertirse en escritora de éxito. Y pregunta difícil la que planteas, no sé qué decir, pero no me imagino a mí, con quince años haciendo algo así. Quizás se puedatener un arrebatopero ellas...daban miedito.
EliminarCurioso e interesantísimo todo lo que cuentas. Toda una experiencia de vida que, sin duda, deja rastro en la literatura aunque mejor nos quedamos en el terreno de la ficción, sí 😉 Muy buena entrada, David.
ResponderEliminarGracias, Marta. Sin duda que los únicos crímenes que debieran existir son aquellos que se comenten con la imaginación o la ficción. Un abrazo!
Eliminar!Hola David!
ResponderEliminarPara escribir además de saber hacerlo, claro, faltarían dos cosas vitales, el querer hacerlo y el tiempo para ello, lo demás me parece que puede surgir de miles maneras, ya sea la imaginación, los sentimientos que reprimimos y a través de la escritura le damos rienda suelta, las experiencias de vida y más que todo, los traumas de la infancia y muchas razones más, pero definitivamente que el ocio es un buen aliciente si se tiene a mano lápiz y papel.
Bueno te has marcado una puntuación muy alta con esta entrada, por lo interesante y lo atrevidamente arriesgada y morbosa que podría resultar, si que hay mentes retorcidas por ahí, solo espero que los seguidores principiantes de tu blog, lean bien lo que dices, la imaginación siempre será la mejor opción.
Se me ocurre un título para un relato bien macabro referente a esta entrada, "Presos..., pero libres" apoyándose en el viejo refrán que reza"No hay mal que por bien no venga", así que si alguien se anima es todo suyo...
Te dejo un abrazo tormentoso, ja, ja.
Gracias, Harolina. Desde luego que el título de ese relato "Presos, pero libres" podría sugerir significados muy distintos en función de a cuál de los escritores que aparecen en la entrada se aplicara. Si fuera sobre Chester Himes o Bunker, sería un canto a la esperanza de que las letras puedan suponer un salvavidas. Pero si lo aplicamos a los últimos, ¡puff! Sería muy inquietante en el caso del escritor y poeta caníbal, ja, ja, ja...
EliminarPara escribir hace falta tiempo, aunque pienso que lo principal es tener una idea y un compromiso, diría que una necesidad, de ponerla por escrito. Dicen los psicólogos que la mejor manera de acabar con las rumiaciones que nos amargan la vida es poniéndolas por escrito. La palabra escrita pone orden a nuestro caos mental y tiene hasta un punto de liberación. Un fuerte abrazo!!
No conocía tanto escritor con estancia en la cárcel. Salvo Oscar Wilde, Chester Himens y Anne Perry, el resto o no los conocía o no sabía de su vida delictiva.
ResponderEliminarA Karl May lo leí mucho cuando en mi infancia y adolescencia leí a Salgari, Verne, Stevenson, etc.
Una entrada de lo más interesante por el contenido y por la forma que sabes darle.
Un beso.
Gracias, Rosa. Karl May tuvo que ser todo un personaje. La foto que acompaño es una de sus caracterizaciones que usaba para vender sus historias. En ese aspecto me recordó a William Peter Blatty, el autor de El exorcista, que también se caracterizó de príncipe saudí para mostrarse en los ambientes literarios y hollywoodienses. Me alegra que te haya resultado una lectura entretenida. Un abrazo!!
EliminarAaaH, me gustó mucho esta entrada tuya tan asesina. Me ha cautivado, y mucho más, después de interprear a un prisionero de la cárcel, pena que en este caso parezca inocente y no le guste mucho los asesinos. Pero mi japonés con los bonsaís ese sí que encajaba aquí. ¿Tendré una vena literaria asesina? jajaaja. Gracias, me has hecho que curiosee más sobre estas mentes maquiavelicas, lo de los canívales, me resulta muy seductor jejeje. Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Eme. Bueno, desde luego que tu Masaiko bien podría encajar en el perfil del escritor caníbal japonés, ja, ja, ja... La verdad es que el morbo ha vendido siempre y a todos nos atrae fisgonear en la mente de los criminales. Eso sí, el escribir nos permite encauzar esos instintos asesinos al mundo de la ficción, que es donde tendrían que ocurrir los crímenes. Un fuerte abrazo!!
EliminarAunque resulte muy repetitivo, te diré que no dejas de asombrarme por tus conocimientos y, sobre todo, por tu forma tan didáctica que ofrecérnoslos. He disfrutado mucho de esta lectura.
ResponderEliminarEl tema que hoy nos traes es tremendamente interesante por muy morboso que sea. Es increíble la forma en que la cárcel puede formar a un escritor, aun sin tener la más mínima formación literaria. El único caso que conocía era el de Cervantes, claro está. No sé qué formación tenía pero El Quijote es una de las obras de la literatura universal más famosas y mejor escritas.
Hace tiempo escribí un relato en mi blog Retales de una vida sobre un escritor que no logra que le publiquen nada y a quien no se le ocurre otra cosa mejor para conseguirlo que cometer un asesinato y escribir, desde la carcel, los detalles, lo cual le otorga ante la opinión pública tanta notoriedad que las editoriales se disputan la publicacion de sus memorias. Por desgracia para mí pero por suerte para la posible váctima, yo no sirvo para eso, ja,ja,ja,
Un abrazo.
Gracias, Josep. Recuerdo aquel relato y como se suele decir por mucho que en el mundo de la ficción nos planteemos ideas que parezcan imposibles, la realidad siempre nos trae ejemplos de que ello puede pasar. Fíjate el caso de ese escritor que plasma en sus novelas los crímenes que comete, o incluso como el protagonista de tu relato, cómo también existen criminales que logran lucrarse hablando de sus crímenes. El mal atrae. No hace mucho vi un documental que hablaba de la cantidad de admiradores que enviaban cartas de apoyo a algunos de los asesinos en serie más sangrientos. De hecho, me parece que Charles Manson se casó en la cárcel con una fan con la que se carteaba. Misterios de la mente! Un fuerte abrazo!
EliminarMuy curiosa, enriquecedora y amena la entrada.
ResponderEliminar¿A cuántos años de cárcel se cotizaría Cien años de soledad. Era por ponerme en la cola.
Gracias.
Un abrazo.
Gracias, Macondo. Ja, ja, ja... Como en el caso de Cervantes, ¿quién de nosotros no sacrificaría algún año de libertad por lograr escribir obras como el Quijote o Cien años de soledad? Un abrazo!
EliminarInteresantísimo artículo, lleno de información de lo más curiosa. Evidentemente, lo de Cervantes ya lo conocía, pero casi que todo lo demás que cuentas no (salvo lo de Anne Perry, y no muy bien).
ResponderEliminarEstá claro que la experiencia de estar en la cárcel marca, independientemente del motivo por el que se esté allí, y eso siempre debe de ser inspirador, aunque no sé yo si trae cuenta, también te lo digo. Bueno, en el caso de Cervantes, puede que sí.
Cuando el preso descubre en la cárcel las bondades de la lectura y la literatura, se podría decir que el encierro ha realizado una doble función, además de la de (supuestamente) corregir al delincuente.
Que asesinos como Mesrine saquen tajada de su vida delictiva ya no me parece tan bien, pero, como comentas, el morbo tiene peso y hace que libros así se vendan estupendamente.
Gracias por esta perla de artículo, David.
Un abrazo.
Gracias, Paloma. Incluí a Mesrine al final precisamente para invitar a la reflexión que apuntas. ¿Hasta qué punto es lícito que un delincuente se lucre contando sus crímenes? Puedo entender que encuentre en la escritura un vehículo para mostrar su confesión o justificar sus actos. Como cualquier persona, también tiene derecho a libertad de expresión. Pero que precisamente lo use para ganar dinero, eso como a ti, ya me parece más cuestionable. Otra cosa es que el autor se dedique a escribir novelas que no traten sobre su actividad criminal.
EliminarEl morbo vende y el caso más evidente es el de Klinkhamer. Su mala novela, se convirtió en publicable cuando se descubrió que había asesinado a su esposa. En fin... Un fuerte abrazo!!
Y mira que a los escritores se les ve con un aurea casi divina, pero el ser mortal que los envuelve siempre tiene que dar la nota.
ResponderEliminarVaya entrada, no pensaba que pudiera dar para tanto, pero es que a cada frase la cosa iba en aumento en todos los sentidos.
Muchas gracias por este aporte, David, no soy ni de novela negra ni similares, y es porque en la mayoría desearía que ganara el malo, por eso me está gustando esta parte donde el que manda es el psicópata, XD.
Un abrazo.
Gracias, Pepe. A veces pensamos que quien desarrolla una actividad intelectual, como los escritores, tienen un plus de moralidad o de comportamiento ético. Para nada, como cualquiera también se rinden a sus debilidades y obsesiones. En la entrada hay unos cuantos, pero te aseguro que la lista es mucho mayor.
EliminarLos mejores personajes son los malos, de hecho una novela puede funcionar con un héroe más o menos plano, pero si el villano no tiene ningún encanto directamente la novela se cae. Creo que fue Patricia Highsmith quien dijo algo así como que había que asignar al héroe algún pecado y al villano alguna virtud. Un fuerte abrazo!!
Un artículo muy interesante y curioso.
ResponderEliminar¡De la de cosas que me entero por aquí!
Un abrazo.
Desde luego lo que se aprende contigo,madre mía, sabía de algunos pero vamos de muchos lo desconocía completamente.
EliminarTe importa si comparto este blog con un gran lector como es mi hijo? estoy segura que le resultará de lo mas interesante. Muchas gracias.
Es como siempre maravilloso ver el trabajo que te tomas, gracias mil por enseñarnos siempre tanto, y como hayan mas secciones como esta, te aseguro que no me la pienso perder.
Un abrazo.
Gracias, Lebasi. Me alegra que te haya resultado una entrada entretenida y suculenta. Un abrazo
EliminarGracias, Tere. ¿Importarme? La razón de los blogs es que sean leídos, así que por supuesto será un lujo contar con tu hijo como lector tanto de este como de los blogs de los compañeros que comparten aquí sus comentarios y relatos. Un abrazo!
Sí, el ejemplo de Cervantes es uno de los mejores testimonios del binomio carcel-escritor.
ResponderEliminarDisponer de tantísimo tiempo libre facilita la tarea que requiere el hecho de escribir una obra literaria.
Como nos tienes acostumbrados, estimado y admirado David, eres un gran documentalista con una vocación literaria increíble, por lo que no me extraña nada que robes horas al sueño para crear estas entradas tan interesantes y repletas de información, que no solo sirven de entretenimiento o puro cotilleo, pienso que van mucho más allá, porque en el fondo nos facilitan la tarea de conocer más de cerca la causa que materializó tantas obras inmortales de la literatura universal y esto siempre nos deja en deuda contigo. ¡Gracias por tu buen hacer!
Un fuerte abrazo.
Gracias, Estrella. Te agradezco tus palabras, la verdad es que uno de los propósitos del blog es sacar a la Literatura de los estantes e intentar mostrar que además de su componente intelectual o académico es algo vivo, que tiene mil contenidos entretenidos y atrayentes como para hablar de ellos en cualquier conversación. Jugar con ella y descubrir que los que la dotan de contenido a través de sus obras son de carne y hueso, y que en el fondo compartían las mismas dudas y vicisitudes que cualquiera de los que estamos empezando. Me alegra que te haya resultado entretenida y amena. Un fuerte abrazo!!
EliminarHola, David. Muy interesante el artículo. Se va poniendo escalofriante, hacia el final.
ResponderEliminarTal vez en unos años se pueda escribir sobre escritores que nacieron de la pandemia. Esta cárcel que estamos viviendo, a algunos les debe haber resultado productiva.
Un abrazo
Gracias, Mirna. Pues no me extrañaría que el confinamiento le haya dado el tiempo necesario a más de uno para animarse a escribir. Así que ¿quién sabe? En España hay un dicho que habla de hacer de la necesidad virtud. Un abrazo!!
EliminarCoincido en que la reclusión es una de las mayores fuentes de inspiración y, desde luego, parece que no hay nada más creativo que una mente enferma, contando el mundo artístico, en la música, la pintura y la literatura, con numerosos ejemplos de ello. Parece casi irreal que terminemos admirando la obra de psicópatas y asesinos, algo que suscitaría, supongo, un nuevo debate.
ResponderEliminarMuchas gracias, David, siempre por "crear y difundir cultura". Es siempre un placer leer tus entradas.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Macarena. Bueno, digamos que de los más grandes no hay demasiados ejemplos de asesinos. ¡Y menos mal! Imagínate que para poder escribir una novela potente necesitáramos antes cometer un asesinato... Hum, espero no haber dado alguna idea a alguien, ja, ja, ja... En realidad creo que en el mundo artístico lo que lleva a la eternidad no es tanto una mente enferma, sino la capacidad de tener un punto de vista único de la realidad y la suficiente personalidad para mostrarlo al mundo sin importarte que este lo acepte o no. Si nuestra mente es "demasiado normal" si simplemente nos acomodamos a lo que es unánimente aceptado, podremos crear algo, pero ese algo solo tendrá el recorrido de una canción de verano. Un fuerte abrazo!!
EliminarHola, David
ResponderEliminarInteresante artículo, lleno de impresiones y de información completa.
Desconocía la historia de Samuel Dashiell Hammett y la de Edward Bunker. Tal vez estos autores lo hicieron para aliviar su pena, el aburrimiento, y de la forma más inteligente le sacaron provecho a esas horas interminables de cautiverio. Esta entrada me recuerda también a Wahida Clark una pionera y una de las practicantes más conocidas de un género literario conocido como street lit, que utiliza el submundo de la ciudad como escenario para historias valientes de sexo, drogas y violencia.
Un abrazo!
Gracias, Yessy. La verdad es que desconocía a esa autora y el género literario que mencionas. Me has despertado la curiosidad, así que si quieres bien podrías preparar un artículo sobre ello y compartir tus conocimientos de ese tema que se me antoja apasionante.
EliminarBunker encontró a Hammett y, fíjate, años después Tarantino lo encontró a él con esa presencia en Reservoir Dogs. Un fuerte abrazo y gracias por ese aporte!!
Hola, David.
EliminarClaro que sí.
Muy buena la idea de escribir un artículo sobre esta escritora, si estas interesado en saber más de este género, así será.
Abrazo
Perfecto, Yessy! Voy reservando fecha de publicación. Te enviaré un mail. Un fuerte abrazo!!
EliminarPues en mi caso tengo que confesarte que me ha sorprendido la historia de André Malraux, quizás por lo mucho que me gusta el arte ... menudo pillín!! A veces vemos a los escritores que nos gustan como pequeños dioses por ser capaces de crear algo que nos ha impresionado y sin embargo, cuando te enteras de que son personas de carne y hueso, con sus debilidades,... en fin,... una entrada muy aleccionadora,...
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias, Norte. Sin duda que son como cualquiera, por eso cuando nos acercamos a la obra de cada cuál lo mejor es hacerlo únicamente en su contenido literario. Me preocupa esta moda actual que prima la persona sobre la obra. No hace nada leí una controversia con J. K. Rowling por no sé qué opinión. Llegué a leer en las Twitter a perfiles pidiendo perdón por haber sacado tweets de Harry Potter. ¡Pero qué tendrá que ver una cosa con la otra!
EliminarMalraux, en efecto, era un poco "fresco". Lo más hilarante es que para defenderse del robo llegó a denunciar a las autoridades por la poca seguridad que ofrecían a sus patrimonios artísticos. ¡De todo hay en la viña del señor!
¡Hola, David!
ResponderEliminarHe de confesar que hay muchos datos que desconocía por completo. Cada vez que te leo aprendo algo nuevo y me aportas muchas cosas. Y es de agradecer, porque nunca me voy de vaío de este espacio tan maravilloso.
Así que una vez más, gracias por todo lo que escribes.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Éowyn. Te agradezco tus palabras y te aseguro que a mí me sucede lo mismo al prepararlas. Pienso en un tema, me pregunto si daría para una entrada y cuando comienzo a buscar ¡puff! Me doy cuenta de que cualquier tema podría darnos para un puñado de ellas. Un fuerte abrazo!
EliminarUna galería deslumbrante de personajes aunque detrás hay mucho dolor y sufrimiento.
ResponderEliminarNo conocía la historia de Anne Perry como coautora de ese crimen, versionado por Peter Jackson.
Se me ocurren a bote pronto, tres personajes para tu album. El Lute o Eleuterio Sánchez ese personaje mítico de los 60 para rellenar portadas con su famosa autobiografía Camina o Revienta.
Otro caso bien diferente es Louis Althusser el gran teórico del estructuralismo marxista francés desde la pura ortodoxia antirevisionista y que en un rapto de locura estranguló a su mujer.
Por último se me ocurre el caso de James Ellroy, la figura más conocida de la novela negra norteamericana actual, cuya vida y obra estuvo muy condicionado por la violación y muerte de su propia madre.
Un abrazo, David
¡Gracias, doctor! ¡Ostras! ¡Qué excelentes aportes! A "nuestro" Lute por supuesto lo conocía y bien podría pertenecer a esa categoría del delincuente que encuentra en la Literatura un modo de confesarse. De los otros desconocía por completo esa relación con lo criminal. Buscaré esa información porque me ha llamado mucho la atención. Sobre todo en el caso de James Ellroy, que, como dices, es uno de los top de la novela negra actual. Un fuerte abrazo y de nuevo gracias por ampliar datos en este tema apasionante!!
EliminarSorprendentes los datos tan reveladores, David. Conocía algunas historias, obviamente de los más publicados como Cervantes o Edwar Bunker entre otros, pero me impactaron la vida, y su consiguiente relación con la literatura, de personas como Jack Abbot o Goliarda Sapienza. He tomado nota de algunos para adentrarme en sus obras.
ResponderEliminarUna vez más, te agradezco David por tu empeño y dedicación al acercarnos el mundo de las letras.
Abrazote fuerte, fuerte.
Gracias, Carla. Es que el mundo de la literatura es apasionante, tanto sus obras, como los autores que las escribieron. Intentar mostrarlo de la manera más amena posible es uno de los propósitos del blog, así que fíjate cómo te agradezco tus palabras. Un fuerte abrazo!!
EliminarInteresante entrada, amigo!
ResponderEliminarA parte de la literatura, el crimen es otro de mis debilidades, jajajajaja. Me ha encantado recordar a Issei... Y su facilidad para salir de Francia y volver a Japón, donde no tenía nada en su contra, y seguir viviendo con total normalidad. Sus libros son sobrecogedores... Pero no aptos para cualquier estómago, no se corta en nada... es un poco indignante su caso, ya que gracias a su “azaña” en el país nipón es toda una celebridad! Y lo cierto es que, como tú bien dices, tener un padre tan poderoso como Akira Sagawa le lo puso todo muy fácil. Imagínate los casos que tiene que haber así, el dinero lo puede todo, y puede que nuestro próximo vecino sea un asesino! Además, literalmente.
Hace poco, además, vi algo sobre el caso surrealista de OJ Simpson, que también llegó a escribir un libro, lo que no recuerdo bien es si fue dentro de la cárcel o cuando salió, en el que lo contaba todo, se llamaba “Si lo hice”, y desde que a publico está envuelto por un aura oscura, que por desgracia no se resolverá nunca.
Una entrada genial!
Un abrazote!
Perdona por los fallos, pero estoy escribiéndote súper rápido desde una pantalla pequeña, pero se entiende mi buena intención, jajajaja. Besos!
EliminarGracias, Ana. Es que, sin duda, el mal atrae; y el Mal con mayúsculas, atrae mayúsculamente. En este sentido recuerdo, las cartas de amor que suelen recibir los asesinos en serie. Tipos como Charles Manson creo que incluso se casaron con una de sus fans. Y es que sin duda el mayor misterio de todos es la mente humana. Un fuerte abrazo!!
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