Feliz día del libro

  Un libro es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado un alma que perdona; destruido un corazón que llora. Proverbio hindú             Como cada año, al borde ya de terminar abril, los libros se visten de gala y salen a la calle en busca de lectores. Se asoman a las puertas de las librerías, coquetean con las rosas, insinúan a algún viandante curioso sus secretos... Es primavera y celebran su día. Un 23 de abril de 1616 murieron ─se dice─ los dos mayores escritores en lengua castellana e inglesa de la literatura universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Algo no del todo cierto (Cervantes murió un día antes y Shakespeare lo hizo el 23 de abril del calendario juliano, no del gregoriano) pero válido a efectos de la conmemoración y motivo por el cual la Unesco eligió simbólicamente esta fecha para celebrar el día del libro. En un contexto cada vez más tecnológico y digital, la lectura resiste como pilar indispensable para el desarrollo personal, la q

¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?



Un inicio impactante, un desarrollo que atrape y un final que asombre. Creo que casi todos estaremos de acuerdo que esos son los ingredientes que le pedimos a cualquier lectura. Para quienes esto no les termine de convencer les propongo plantear la receta con sus contrarios: un inicio anodino, un desarrollo aburrido y un final predecible. ¿A que ahora sí estamos todos de acuerdo?
    Encontrar el contenido que cumpla con esas tres variables es poco menos que la piedra filosofal para un escritor, o aprendiz de escritor. Y eso no lo vamos a encontrar en ningún libro o artículo de narrativa. Esto no quiere decir que no piense que no sean útiles. Lo son, al menos para afinarnos el instinto y saber reconocer cuándo hemos dado con una buena idea que, a su vez, nos pueda dar una buena historia.
    Os propongo que dediquemos unos minutos para hablar de uno de esos tres ingredientes: el final. Lo que comento en él son meras, y muy personales, reflexiones que solo pretenden un debate abierto acerca de cómo terminar una historia.

¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?

V - No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas. (Horacio Quiroga, Decálogo del perfecto cuentista)

Siempre he pensado que la decisión del final es, narrativamente, una cuestión más profunda que un simple “a ver si me sale un final guapo”. No obstante, para que ese final funcione, antes tendremos que tomar varias decisiones acerca del narrador, del tono, de la voz del relato o el tiempo narrativo para que ese final sea consecuente con el desarrollo del relato.

    Por ejemplo, fijaos en esta historia:
"Los padres del niño estaban preocupados porque se acercaba el cumpleaños de su hijo  y este les había pedido una gran fiesta de cumpleaños. El problema era que ambos se habían quedado en paro. No tenían dinero para ese gasto, pero tampoco querían que su hijo constatara la nueva situación económica. Así que deciden ahorrar de aquí y de allá, renuncian a gastos básicos, pero aun y así no consiguen el dinero suficiente para pagar el cumpleaños. Buscan opciones más baratas y encuentran un payaso que por apenas veinte euros ofrece sus servicios de animador. Respiran aliviados y, al fin,  consiguen organizar un cumpleaños digno. En la fiesta, los niños lo pasan estupendamente hasta que el payaso saca una sierra eléctrica y no deja títere con cabeza."
  ¿Qué falla en ese final? Es un final totalmente desconectado del resto de la historia. Si en el desarrollo de la misma aparecen temas como el deseo y esfuerzo de los padres para contentar a su hijo, o el mantener la apariencia de una situación económica perdida, el final debe responder a eso. Bien para reforzar que con amor y esfuerzo todo se soluciona, o la importancia de la sinceridad para que el pequeño entienda que no puede disponer de esa fiesta. Pero, ¿un payaso asesino? Es lo que los expertos llaman un folie adieu. No responde al problema planteado, ni el tono utilizado para contar la historia encaja con ese final.

  Si nos decidimos por ese payaso asesino, seguramente el relato debería haberse planteado de manera distinta. Se me ocurre algo así como que el padre fuera un rico tacaño al que su familia le importa menos que su dinero y no duda en contratar a un tipo de dudosa procedencia, pero pocas pretensiones económicas. Aquí, ese final, podría encajar mejor como el castigo por su racanería.

    ¿Otro ejemplo?
"Quiero a esa mujer y voy a hacer todo lo posible para que sea mi esposa". Así empieza, en primera persona, una historia de 300 páginas en la que asistimos a sus esfuerzos por conquistar a esa mujer, la demostración sincera de su amor, los obstáculos que debe vencer hasta que al fin ella se enamora de él y fijan la boda. Entonces, delante del cura, leemos la última frase del libro: "Tal vez me he precipitado, después de todo soy extraterrestre y vete a saber qué clase de monstruo podríamos concebir. Mejor la dejo."
    Si es uno de esos finales sorpresa, que a mí me encantan, debemos ser honestos con el lector. No vale hacer trampas. Si la sorpresa se trata de que al final descubramos una cualidad oculta del protagonista, no puede estar narrado en primera persona y que el prota nos oculte, durante 300 páginas y hasta en sus pensamientos, que es extraterrestre. Por otro lado, aunque la mezcla de géneros es algo muy interesante no puede ser que rompamos el pacto con el lector de que la novela promete una historia y luego resulta otra. Si es un romance, no podemos sacarnos de la chistera un final propio de ciencia ficción o terror.

    Estos dos ejemplos son exagerados, pero ojalá hayan servido para ilustrar lo que os comenté acerca de que el final, sea natural o sorpresivo, debe conectar con el resto de la historia.

El final glorioso de El planeta de los simios


¿Comenzamos a escribir por el final?

Aconsejaba Poe en su mítica Filosofía de la composición, que antes de comenzar a escribir deberíamos tener muy claro qué efecto final pretendemos lograr en el lector. 
"Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida." (Poe, Filosofía de la composición)
    En mi caso, creo que este es el único consejo que suelo seguir a pies juntillas. Nunca comienzo una historia que no sepa cómo va a terminar, aunque eso conlleve una baja producción literaria y vaya en contra del llamado hábito de escritura. Seguro que a muchos les puede ir bien el ponerse a escribir 500 palabras al día sobre lo que sea, pero en mi caso nunca sale nada si no sé el destino final del personaje.

    Y esa es otra ventaja de escribir, sabiendo de antemano el final: jamás sufriremos el bloqueo del escritor. Es como cuando nos montamos en el coche. Conociendo la dirección, con GPS o sin él siempre llegaremos al destino correcto. Pero si al entrar en la carretera nos damos cuenta de que no sabemos a dónde nos dirigimos daremos vueltas y vueltas. Al principio puede que hasta sea divertido, como lanzarnos a una aventura improvisada, pero al poco tiempo nos aburriremos de dar vueltas sin ton ni son. O peor, al final detendremos el coche en el lugar equivocado, como podría ser terminar con que todo lo contado fuera un sueño o una pesadilla, un glorioso deus ex machina en el que la solución al conflicto apareciera sacada de una chisteraun folie adieu, u otro de los malos finales que recogen Howard Mittelmark y Sandra Newman en su fantástico Cómo no escribir una novela.

    Es verdad que las ganas de ponernos a escribir o de cumplir con el hábito de escritura nos pueden tentar a comenzar una historia sin tener claro hacia dónde, creemos que se nos ocurrirá algo sobre la marcha. Es una opción y, de hecho, autores como Stephen King consideran que los relatos tienen algo así como una existencia propia y que la labor del escritor se reduce simplemente a descubrirla, a escuchar a los personajes para que ellos mismos definan su destino. En La cocina Literaria, un libro en el que sesenta y tres novelistas cuentan cómo escriben sus obras, el escritor J. A. González Sainz afirma lo siguiente:
“¡Ah, sí, el final, los finales! El final lo dictan ellas, las palabras, ella, la práctica de la atención. Y hay que ir a ellas a preguntárselo en cada caso concreto desde tu precariedad, a sonsacárselo, a implorárselo a veces porque ya no podemos más. Porque es cada narración la que encierra su propio final y no otro.”
    Pese a todo, pienso que para los que empezamos a escribir esto no es bueno. Podemos ser escritores de brújula (dejándonos llevar por la historia) o de mapa (planificando previamente cada escena), pero creo que conocer el final de antemano es algo que nos ayudará, nos permitirá jugar con los tiempos, con el suspense y nos evitará esta situación que muestro a continuación y por la que seguro todos hemos pasado en algún momento:
    ¡Voy a escribir mis 500 palabras de hoy! A ver, a ver... ya está. Jo, que inicio tan chulo, Pepe y Pepi se han enamorado a primera vista, pero ambos tienen pareja. Mañana sigo. ¿Dónde lo dejé? ¡Ah, sí! Humm... ¡ya sé! Voy a contar la vida de cada uno, Pepe se crio en un correccional y Pepi en un convento. ¡Esto marcha!
Pasan los días. La historia de amor inicial ha derivado en un drama sobre la niñez perdida. Cuando ya hemos repasado toda su vida, volvemos sobre la relación amorosa. Pero ya no nos parece tan chula, ¿incluyo un poquito de humor? ¿Alguna escena de sexo? Empezamos a no ver claro hacia dónde vamos, ¿qué pretendíamos al principio? La historia comienza a aburrirnos. Entonces nos asalta una idea nueva sobre unos conejos psicópatas salidos de un experimento de los nazis. ¡Jo! ¡Esto si que es la leche! ¡Voy a escribir sobre esto! Y esa historia de amor se quedará olvidada ad aeternum en una carpeta de Windows.

    Lo malo de esto es que nos acostumbremos a dejar relatos inacabados. Algo que no sucederá si sabemos el efecto final de nuestra historia.

    Antes de continuar, y por si no os he convencido, os recomiendo que veáis este vídeo, son seis minutos, del profesor Enrique Páez, del que seguro conocéis por su extraordinario MANUAL DE TÉCNICAS NARRATIVAS.



Fantástica lección en seis minutos, ¿verdad? Vale, pero y si no se nos ocurre ningún final ¿qué hacemos? Bueno, a veces se pueden forzar las cosas. Suelo llevar una libreta con los finales de los relatos o novelas que leo. Casi una labor propia de un taxidermista, lo reconozco. Pero resulta bastante útil como colección de efectos y me sirve de fuente de inspiración forzada, al menos para partir de algo.

    Pues bien, de esa costumbre, nació esta particular clasificación, por supuesto nada académica, y que os invito a completar con vuestra propia experiencia lectora.

CLASIFICACIÓN DE FINALES


No descubro Roma si digo que existen tantos finales como novelas, relatos, series o películas, pero quizá podríamos elaborar una lista genérica con las distintas posibilidades de cierre de una historia. La que os propongo la he confeccionado a través de lo que he leído, así que, insisto, no la consideréis como algo académico, sino como una invitación a que cada uno de vosotros se cree una lista parecida.

POR RESULTADO EMOCIONAL

En esta clasificación, los distintos finales dependen de la emoción que nos deja al cerrar el libro. Según el resultado tenemos:
    • EMOCIÓN POSITIVA:
      • FINAL FELIZ, los problemas se han resuelto y los protagonistas han conseguido sus objetivos y cumplido sus deseos.
      • FINAL ESPERANZADOR, la resolución no es completa pero el autor deja suficientes indicios para pensar que el futuro será propicio para los protagonistas.
    • EMOCIÓN NEGATIVA:
      • TRISTE, el protagonista no ha conseguido superar sus problemas. Ha sido derrotado.
      • TRÁGICO, no solo no ha resuelto el conflicto, sino que además termina peor que al empezar la historia.
    • EMOCIÓN AGRIDULCE:
      • El protagonista consigue objetivos, pero a costa de un gran precio personal.
      • El protagonista no consigue sus objetivos, pero su esfuerzo ha mejorado la situación de quienes le rodean.

POR EL GRADO DE RESOLUCIÓN

En esta clasificación distinguimos el final únicamente por el grado de resolución de la trama. Así nos encontramos con el:
    • FINAL CERRADO, aquel que resuelve todas las tramas, preguntas y conflictos. Según el grado de cierre:
      • DEFINITIVO: la historia no deja ningún cabo suelto. Todas las tramas se han cerrado y el futuro del protagonista queda totalmente determinado.
      • FLOTANTE: La historia nos deja los suficientes indicios finales como para que el lector deduzca lo que suceder. Incluiría aquí los finales a los que llamo "LA PUERTA ABRIÉNDOSE", que son aquellos que terminan justo antes de la escena final. Esta clase de final se da sobre todo en los de terror para ahorrarnos la escena gore.
    • FINAL ABIERTO, la historia termina dejándonos con más preguntas que respuestas.
      • FALSO FINAL ABIERTO: Es el típico de las sagas. La historia resuelve algunas tramas secundarias, pero la mayor queda inconclusa a la espera de que el lector vaya a por la siguiente novela de la serie.
      • CLIFFHANGER: Es el continuará de toda la vida. La trama no es que se resuelva, es que se queda en todo lo alto, con el protagonista al borde del precipicio. Típico de folletines, novelas por entregas donde este final actúa como gancho para comprar la siguiente entrega.
      • AMBIGUO: La historia termina con el protagonista enfrentado a dos opciones. El lector decidirá cual de ellas va a elegir.

POR SU APARICIÓN EN LA TRAMA

Aunque parezca de Perogrullo pensar que el final va, justamente, al final. Esto no es del todo exacto. La historia del relato siempre es cronológica, pero eso no quiere decir que la trama que usemos siga ese mismo criterio. Perfectamente, podemos presentar el final antes de la última página o frase:
    • LINEAL: Es el final que se coloca al final. El clásico de toda la vida. Aquel que aparece después de haber conocido a los personajes y de haberles acompañado en su aventura, en sus conflictos.
    • INVERSO: El que aparece al principio de la trama. Así, la lectura consiste en descubrir cómo se ha llegado a ese final.
    • CIRCULAR: El final cierra un círculo, regresando al punto de partida una vez se ha desarrollado la historia. Eso sí, solo de manera formal. Los hechos narrados en el relato darán una nueva dimensión al inicio.

POR SU LÓGICA

En esta clasificación nos referimos al nivel de predicción de un final, mide el efecto sorpresa en el lector. 
    • NATURAL O LÓGICO: El final es la consecuencia previsible de lo que se nos ha contado. Ojo, eso no quiere decir que sea predecible. ¡Eso jamás! Me refiero a esas historias que nos plantean preguntas como: ¿Conseguirá escapar de la cárcel? ¿Conseguirán casarse? ¿Quién es el culpable?
    • INESPERADO: Es aquel que ofrece un cierre de la historia que, siendo probable, al lector ni se le había pasado por la cabeza tal posibilidad. Por poner un ejemplo que seguro todos conocemos, el final de la película Seven
    • SORPRESIVO: Aunque lo trataremos más en detalle, podríamos definirlo como aquel en el que cerca del final se produce un giro en el argumento de tal magnitud que cambia la percepción que el lector tenía hasta ese momento sobre la historia y el personaje. El ejemplo ya típico: Al final descubrimos que el protagonista es un fantasma.
Y ahora me pregunto, estas clasificaciones ¿podrían servirnos para algo más que pasar un rato de cháchara sobre Narrativa? Bueno, utilizando estas categorías he confeccionado esta tabla que suelo utilizar cuando tengo una imagen o situación inicial pero no así el final y el correspondiente desarrollo. Lo comparto por si le sirve a alguien más:



En esta tabla escribo la situación inicial en la primera columna y trazo entonces una línea que cruce sobre uno solo de los apartados de las siguientes. Con el resultado final comienzo a darle vueltas. Pero como lo mejor es ver cómo funciona sobre la marcha, vamos a aprovechar a un adorable niño que está dando por saco en la calle chutando una pelota contra una pared, con el delicioso y rítmico ruido que eso provoca...

 Creando una historia a partir de la tabla de finales

¡No os esperéis nada del otro mundo! La historia que comparto la he escrito sobre la marcha solo para mostraros cómo uso yo esta tabla.

    Escribo en la primera columna la situación inicial. Luego trazo una línea que recorre las distintas columnas pasando únicamente por una de sus filas.



Vale, ¡ya está! El final de esa historia cumplirá estas características: NEGATIVO, CERRADO, LINEAL y SORPRESIVO. Ahora toca pensar.

   Si el final es negativo, el planteamiento debería mostrar un conflicto emocional potente y, además, el tono del relato tendrá que ser oscuro, tanto en las acciones como en la atmósfera. Un problema gordo de verdad. Así que descarto "dramas" como que los padres no le compren al pequeño la Play 5. El niño puede tener problemas con sus padres, tal vez viva una situación de maltrato; o quizá sufra acoso escolar. Me decido por esto último. La historia del niño que juega con la pelota girará en torno al acoso escolar. Seguimos.

  El final será cerrado, ello implica que la historia tendrá el esquema de acción-reacción. Dado que va de acoso escolar, la historia consistirá en la reacción del niño frente a ese problema, o más en concreto frente a su agresor. Seguimos.

  Si el final es lineal, la historia deberá seguir el clásico inicio, nudo y desenlace. Por tanto, la acción avanzará hacia delante partiendo de la situación inicial en la que el niño que juega a la pelota. Como el tema va de acoso escolar, tenemos dos opciones: que el niño sufra una agresión durante el micro o que la haya sufrido antes del micro, antes de estar jugando con la pelota. Seguimos.

   Por último, será un final sorpresivo. Más adelante os hablaré de lo que entiendo que es un final de estas características, pero de momento vamos a quedarnos con que al final se desvelará una realidad oculta del protagonista o de su situación. Ello me obliga a que el narrador sea en tercera persona para tomar cierta distancia con el personaje y su realidad.

   La historia ya ha tomado forma. ¡Ahora a escribir!
   La pared devuelve la pelota que el pequeño chuta contra ella. Está oscuro, pero no parece que ello le importe demasiado. Viéndolo allí, es como si el mundo lo hubiera dejado de lado. De eso sabía mucho. ¿Cómo si no se explicaba que sus padres nunca le hubieran preguntado por sus magulladuras, por su mirada triste cuando regresaba del colegio?
  Los botes de la pelota resuenan con eco, pero nadie se asoma por las ventanas del edificio para reprocharle su molesto juego. El niño chuta y chuta. Y también sonríe.
  Ese día había sido valiente, como le aconsejaba su profesor cuando le pedía ayuda porque la banda del pelirrojo se metía con él. Es un problema que solo tú puedes resolver, esa era la frase con la que su maestro le despedía.
  Por eso está allí, dando patadas a su pelota.
  Unas luces tintan la oscuridad de un azul estridente. Es un coche de policía que acaba de llegar. Se detiene en doble fila. De él baja un agente que abre la puerta trasera y de ella sale un adulto. Y después un niño.
  Es él. El pelirrojo.
  El niño coge su pelota con las manos. La observa. Está desinflada. Con un corte en el cuero, parecido al que el pelirrojo que se ha bajado del coche le hizo en el cuello cuando le quiso quitar esa pelota y él fue valiente.
  El pelirrojo llora mientras su padre tira de él hasta el portal. El niño, con su pelota desinflada, los sigue.
  La puerta se cierra justo antes de que pueda entrar.
  Pero eso no impide al niño y su pelota desinflada atravesarla.

  Bueno, sed generosos, como os he dicho he querido escribirlo sobre la marcha para mostraros cómo utilizar esa tabla de finales partiendo de cero.

¡LA SORPRESA FINAL!

Me gustaría detenerme un poquito en este tipo de final. ¿Cuántas veces habéis leído un relato en el que al final se produce un giro que pone todo patas arriba? Cuando se hace bien, al lector se le dibuja una enorme O en la boca; cuando no, se le dibuja una mueca rara o exclama un ¡anda ya!

    Pero, ¿qué es un final sorpresa?

    En mi opinión, un final sorpresa es aquel en el que se produce un giro de tal envergadura que provoca una reinterpretación del relato. Al terminar la lectura, la percepción que el lector tenía de la historia ha saltado por los aires, hasta el punto de hacerle ver con otros ojos la realidad de lo narrado, y eso es lo que diferencia este final de otros finales como, por ejemplo, el final inesperado. En este no se produce esa reinterpretación de lo leído. Por ejemplo, en un relato romántico lo inesperado es que los protagonistas no terminen juntos; lo sorpresivo sería que uno de ellos resultara ser un fantasma. En un relato de detectives, lo inesperado sería que al final no se descubriera al asesino; lo sorpresivo, que al final se descubriera que el asesino es el propio detective.

    El final sorpresa, para serlo, debe sacar a la luz la realidad oculta de elementos verdaderamente clave del relato que podríamos resumirlos en dos clases:
  • Los que desvelan la realidad oculta del protagonista, ¿recordáis El sexto sentido?
  • Los que desvelan la realidad oculta del entorno del protagonista (ayudantes del protagonista o el propio mundo que le rodea, ¿recordáis El planeta de los simios?) Otro ejemplo sería un relato clásico como es aquel en el que una mujer violada reconoce a su violador en la calle y su marido va tras él para vengarse. Después de matarlo, ella reconoce como su agresor a otra persona, y después a otra...
    La sorpresa siempre es agradable, descubrir que la idea que nos habíamos hecho de la historia resultaba equivocada es como cuando asistes a un espectáculo de magia. Sabes que te han engañado, pero ¡cómo se disfruta! Pero cuidado, como todo en la vida tiene sus pros y sus contras.


¡Qué anciana tan adorable!

Pros y contras del final sorpresa

Reconozco que siento debilidad por estos finales. Imagino que mis gustos por el género con elementos fantásticos hace que desee terminar una historia con ese impacto final. Ahora bien, el recurso a este tipo de finales no es tampoco una panacea y no está exento de riesgos.

Los pros

  • Es un excelente ejercicio para el aprendiz de escritor. Conseguir finales sorprendentes es una etapa por la que creo hemos pasado, o estamos pasando, todos. Y me parece algo muy bueno. Idear ese final nos obliga a dos cosas:
    • Pensar en nuestra historia antes de comenzar a escribir.
    • No conformarnos con escribir lo fácil. Acostumbrarnos a intentar buscar los tres pies al gato.
  • La sorpresa siempre deja un buen sabor de boca al lector. Y más hoy día en los que el consumidor de ocio busca, sobre todo, sensaciones nuevas, algo que le llame la atención.

Los contras

  • El final sorpresa puede no serlo tanto. Podemos caer en clichés o tópicos, de hecho ¿cuántas menciones a que el protagonista sea un fantasma he realizado en la entrada?
  • El relato debe ser coherente con ese final, debe soportar una segunda lectura bajo la realidad que el final nos ha desvelado. De lo contrario, el final no es sorpresivo, es tramposo. En el ejemplo del final en el que el detective resulta ser el asesino, debemos evitar entrar en su cabeza durante el relato. ¿Os imagináis que de inicio nos muestre sus pensamientos preguntándose acerca de cómo entró el asesino en la casa para descubrir al final que es él mismo el asesino? Para que sea bueno ese final, debemos repasar mil veces nuestro relato para evitar que haya detalles que lo contradigan.
  • Nos pueden etiquetar. Si nuestros lectores se acostumbran a que nuestros finales sean sorpresivos, puede provocar un efecto nocivo. Estarán más pendientes de "descubrir" nuestro juego que de la lectura, lo que anula, evidentemente, el efecto sorpresa.

    Y esto es todo amigos, ¿cómo lo hacéis vosotros? ¿Pensáis primero en el final o lo escribís sobre la marcha? ¿Qué finales os gustan más? ¿Cuáles son los mejores finales que habéis leído o visto en el cine? ¿Y los peores?

¡Saludos tinteros!

Comentarios

  1. Hola, David! Qué buena entrada! En mi caso, soy escritora de brújula, pienso primero en el personaje y luego en lo que le puede ocurrir. A veces me empantano, pero dejo descansar las ideas por un rato y luego sigo. Si escribo una novela, me dejo llevar por la trama varios capítulos y luego me pregunto ¿hacia dónde quiero ir? Allí me pongo a planificar, pero te soy sincera, no pienso en el final, en el efecto, pienso en la acción, que resulte atractiva. El final me viene como por consecuencia. Cuando escribo tengo como una intuición, no es una idea acabada. Pero voy a intentar el ejercicio de escribir pensando primero el final, a ver qué sale.
    Me has hecho pensar en el cuento con el que participé en el Tintero, este mes, no sé si se catalogaría como deus ex machina. Habría que verlo.
    Un abrazo

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    1. Gracias, Mirna. Empezando por el final, je, je, je, no creo que tu micro fuera un Deus Ex Machina, al traer a colación el cadáver exquisito transformaste el sueño, que sí lo es, en un guiño literario a ese juego tan sabroso.
      Se sea de brújula o de mapa, lo importante es disfrutar del proceso creativo. A veces parece que tememos que el relato no nos salga a la primera y nos dé reparo a escribir por si no nos sale del tirón. Como mencionas, no creo que haya nadie que al escribir tenga todo ya pensado y menos en una novela. Se parte de una idea, pero es conforme la vamos visualizando cuando de verdad vamos intuyendo y viendo el camino. Un abrazo!

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  2. Hola, David!
    En primer lugar darte las gracias por tan fabuloso artículo de taller de relatos. Es magnífico y además muy didáctico. Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que nos explicas.
    Yo siempre empiezo a escribir en base a un final previamente definido o al menos casi definido, y parto de ahí para empezar a escribir. Eso no quiere decir que mientras escribo el relato no acabe readaptando un poco la estructura del final pensado, pero la esencia del mismo la mantengo.
    Me gusta mucho el final sorpresivo e inesperado, aunque también me gusta el natural, depende de la historia y de los personajes, unas veces son más apropiados unos finales que otros.
    No tengo una clasificación de finales (me parece una idea genial), pero sí que estructuro, a mi manera, las distintas partes del relato y la configuración de los personajes y la relación de éstos con la historia o tramas.
    Te felicito por esa tabla estructurada de finales, me parece muy útil y práctica.
    En cuanto a finales en cine, has dicho los dos más significativos, Seven y El Sexto Sentido, aunque cualquiera de las películas del maestro Hitchcock nos daría muy buenos ejemplos. En cuanto a literatura, hay muchos, entre ellos, el último que he leído: Tierra de Eloy Moreno.
    Saludos!

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    1. Gracias, Mayte. Creo que empezar por el final, sobre todo sirve para los relatos. Como dijo el maestro Poe, el final no solo te ilumina el camino de la historia, también te da el tono para jugar con el efecto que ese final dejará al lector. No siempre es así cuando empezamos una historia, pero siempre digo que cuando uno tiene un final en la cabeza siempre terminará ese relato, algo que no suele suceder si no lo tenemos claro desde el principio. Comparto contigo en que nada mejor que un final sorpresivo, aunque también tenga sus contras. Un abrazo!

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  3. Hola. ¡Vaya lo qué he aprendido! Yo, por lo general, antes de empezar a escribir ya tengo una idea de qué va y como puede ser el final, pero hay veces que el final me sale en el transcurso de la escritura. Como comentas, son ellos los que dictan e final. Para el próximo mes pensaba en un detective asesino, pero ya veo que original no sería, así que a pensar. Muchas gracias por esta entrada tan amena e instructiva. Saludos.

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    1. Gracias, Isan. Ostras! No dejes que el artículo te impida escribir ese relato. De hecho es un excelente giro argumental, siempre que no esté narrado en primera persona. En ese caso tenemos que recurrir a pérdidas de memoria o dobles personalidades que pienso están ya un tanto trilladas. Un abrazo!

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  4. Se agradece enormemente esta hoja de ruta que nos has ofrecido, David, tan pormenorizada e instructiva. En mi caso, estoy entre "brújula y mapa", pues me ocurre como al compañero Isan, que el transcurso de la historia me lleva por otros derroteros ajenos a lo que pretendía inicialmente, a veces soy hasta caótica, no sé como logro escribirlos y terminarlos jajaja No me ocurrió esto con mi novela, me obligué a un método que duró años. Sabía desde el principio como terminaría, un final abierto (para que pueda tener cierta continuidad) y agridulce, (consiguiendo objetivos a costa de un elevado precio personal), y esperanzador. No soy de finales felices y comieron perdices, la verdad.
    Ya veo que en tu caso, eres ordenador y con las ideas claras, probando las opciones que mejor se adecúan a tu propósito.
    Muchas gracias por tu esfuerzo y generosidad, apreciado David. Un abrazo apretao.

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    1. Gracias, Isabel. Bueno, tampoco te creas, ja, ja, ja... Uno comienza algo de manera muy ordenada y planificada y conforme te metes en materia al final te salen papeles de debajo de la mesa y un escritorio del portátil lleno de archivos que ni recuerdas haber escrito. Creo que lo que sí da el conocer un final es el tono general de la historia, de alguna manera te enfoca desde el principio, aunque por supuesto, será mientras escribamos lo que termine por decantar el curso final de los acontecimientos. Un abrazo!

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  5. Hola, David. Creo que voy a ser aprendiz de escritor toda mi vida, pues adoro los finales sorpresivos.
    Pues me parece una muy buena manera de desgranar el tema de los finales. Un tema un poco, un demasiado mejor dicho, importante, o por lo menos para mí. Yo parto casi siempre sabiendo el final, o por lo menos cuando me meto a garabatear. Me gusta dar una vuelta de tuerca al final, o cuando una lectura o película lo consigue me gana. Aunque reconozco que en novela es difícil y poco efectista, por el extenso de la trama, porque pasamos varios días con ella y porque no se pueden quedar todos los detalles sabidos. Porque, yo creo, y tú lo puntualizas perfecto, para llegar a ese efecto se tiene que haber trabajado mucho la trama, esos detalles, doble juego a veces o desvío de atención en otros. En el relato empaca mejor, por la corta longitud. Ahí sí se puede jugar abiertamente, pues cada cosa va a estar presente al final. En una película es más fácil. Recuerdo El truco final, de Nolan, que el final me dejó con la boca abierta varios días, o la primera peli de Saw, y eso que esa en concreto me la habían destripado, pero me sorprendió igualmente. Malos finales son los tramposos mal hechos (ese del detective que relatas, por ejemplo), o los comerciales donde pase lo que pase, el prota ha de acabar con la chica y el fin pasa por encima de los medios.
    Cuando escribo, raramente empiezo sin saber el final. Alguna vez lo he hecho y me ha cogido hasta ansiedad, ja, ja, ja, porque eso de no saber hacía dónde voy me agobia. Y es que hay tantas cosas a tener en cuenta durante la trama que no podría hacerlo. Aunque reconozco que envido a los escritores de brújula porque cuando dan con algo que encaje debe de ser realmente maravilloso. Sin emgargo, cuando me pongo a escribir, tampoco me gusta tenerlo todo bien atado; solo de dónde parto y a dónde voy. Por el camino pueden ocurrir otras cosas que den a otras nuevas, e incluso variar por completo la historia. Mi ejemplo más claro fue con Máscaras, el tema de la droga salió a mitad novela. Tuve que empezar desde otro punto de vista, pero, creo, la trama ganó.
    En fin. Me parece genial el crokis que nos dejas, habrá que probar hacer algo a partir de él.
    Un abrazo!

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  6. Hola David. Mejor no podía ser esta entrada vital e imprescindible para quienes aprendemos a escribir. Gracias por ello. Un saludo desde Colombia.

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    1. Gracias, Guillermo. Bueno, tampoco te creas. Más bien son apuntes de reflexiones que me animé a resumirlas en un artículo para que no se me olviden. Un abrazo!

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  7. Hola David, muchas gracias por este artículo que nos enseña un montón de cosas interesantes y por tus consejos y ejemplos. La verdad que yo a veces planeo muy bien y otras veces no tanto. Pondré en práctica lo de tener el final más claro y sobre eso ver cómo se llegó a ese final tal y como lo explica el excelente video que pusiste, (por cierto ya me suscribí a ese canal que se ve super interesante). ¡Gracias, gracias! Me ha encantado esta entrada. Un abrazo.

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    1. Gracias, Ana. Lo mejor de estas entradas es conocer un poquito cómo cocináis cada uno de vosotros vuestros relatos. Es una gozada. Si te interesa este recurso, que duda cabe que te recomiendo el pequeño ensayo de quien lo creó, nada menos que Edgar Allan Poe que lo explicó en su pequeño ensayo Filosofía de la composición que puedes bajártelo buscándolo en Google. Un abrazo!

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  8. Tengo pensado un final, desde hace mucho tiempo pero todavia no he podido encontrar la conexión con el principio y cierto desarrollo.....

    Y lo que ego es aplazar y aplazar ese final.... poniendo mas y mas intermedios


    Y no doy final porque implicaria deshacerme de ciertos personajes a los que he comenzado a tomarles cariño y buscarme otros nuevos y diferentes, lo cual me aterra.

    Tener ciertos personajes ya creados facilita el proceso de escribir ya sabe uno y el lector como reaccionan, que dicen, su manierismos etc.

    Finalizar algo literario significa despedirse de esos amigos que uno fue desarrollando

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    1. Gracias, José. Desde luego no es mi caso, ja, ja, ja... Tengo cierta obsesión finalizadora y pocos reparos en poner punto final a la historia de mis personajes. Siempre es bueno explorar nuevos universos y tonos narrativos. Como anécdota, Hemingway perdió todo lo que escribió en una maleta. Se quedó sin nada y dicen que gracias a ello creció como escritor, al obligarse a escribir cosas nuevas. Un abrazo!

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  9. ¡Hola, David! Cuando leo tus artículos, sobre todo los de este tipo, me doy cuenta lo difícil que es escribir una historia y lo rápidas que yo me las suelo leer, sin pararme a pensar el esquema de planteamiento que hay detrás.
    Yo como lectora estoy abierta a todo tipo de finales, aunque los que más me gustan son los que no esperas en el género en el que estás sumergida en ese momento. El saber dar un buen final a una historia que sabes que no puede terminar todo lo bien que quisieras y que deje un buen sabor de boca a los lectores es conseguir matricula de honor para la obra.
    Excelente entrada.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Lebasi. Escribir una historia, y que además atrape, es algo que puede ser muy fácil o muy difícil, depende en muchos casos de la idea inicial nacida de la inspiración. Hay historias que se escriben solas y otras que son un parto con dolor. La entrada nace de mi experiencia, corta, personal. Desde luego un buen final es aquel que al terminar te deja satisfecho, en el cine, los finales felices son mayoría. En cambio, en novela quizá son más la consecuencia inevitable de lo narrado. Quizá es en el relato, donde un final alcanza su mayor impacto, dado que es lo que más se recordará. Un abrazo!

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  10. Muy buen artículo, donde queda patente que escribir no es fácil. Por mucho que nos pongamos con el lápiz en la mano.

    Por los finales felices, o al menos que nos dejen buen sabor de boca. Si es una sonrisa, miel sobre hojuelas :-). Un abrazo

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    1. Gracias, Albada. La verdad es que un buen final también depende del medio. En el cine priman los finales felices o que apunten a una resolución positiva, una película con un final dramático para el personaje suele dejar un mal sabor de boca y parece que no apetece volver a verlas, por buenas que sean. Recuerdo una película Funny Games, realmente buena, pero con un final muy chungo que es verdad que no me hace tener ganas de verla de nuevo. Sin embargo, en los relatos un final dramático suele funcionar muy bien. Un abrazo!

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  11. Y es que el final de la historia es para mí la base fundamental de cualquier obra literaria o cinematográfica e incluso puede arreglar ciertos desarrollos que no dicen demasiado. Creo importante, por tanto, preparar con mucho mimo el final de una historia. En lo personal no me gustan demasiado los finales demasiado sorpresivos o violentos. Quizás me quedaría con los finales circulares, semi-abiertos y siempre aquellos que huyan de los finales felices como norma general. Solo un ejemplo en en el cine: ¿qué sería de 'Los puentes de Madison' sin su final?

    Gran idea la de incluir esa mágica tabla.

    Abrazos, David.

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    1. Gracias, Miguel. Jo, ¡menudo ejemplo has traído! Ya conoces mi poco gusto por las películas románticas, pero esa me cautivó. En concreto, había una escena cerca del final. Cuando Meryl Streep está con su marido en el coche, bajo la lluvia, llevando la mano a la palanca de la puerta, dudando en un minuto eterno si se baja y se va con Clint que está delante, esperando el cambio de semáforo. Puro cine. Como final circular, me encantó cómo lo construyó Terry Gillian para una de mis películas favoritas: Doce monos. Quizá la que mejor ha reflejado el viaje en el tiempo. Un abrazo!

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  12. Estupenda entrada, David. Muy pormenorizada e instructiva. Qué importantes siempre esos finales y qué difícil tantas veces acertar. Además de todos estos tipos que comentas, me ha parecido fundamental la reflexión sobre el tono del relato y la coherencia que ha de tener respecto al final elegido o la importancia de no engañar al lector con sorpresas ajenas a ese tono. Me ha encantado leerte. Besos.

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    1. Gracias, Marta. Es que el final es el faro de la historia. Sobre todo en el relato, te da ese tono narrativo con el que intentas contarla, quizá es por eso por lo que cuando contamos con un final desde el principio, todo parece más fácil. Un abrazo!

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  13. Hola, David. Entiendo lo que dices pero no estoy al cien por cien de acuerdo. Quiero decir, que lo planteas como si fuera una ciencia inamovible y ya sé que sabes que la escritura no es una ciencia exacta. Menos mal que existen escritores impredecibles que se salen del cánon. Saludos, maestro.

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    1. Gracias, Cabrónidas. En Narrativa nada es inamovible, hay infinitos caminos para alcanzar una historia, como bien dices. Estos artículos desde luego no pretenden sentar cátedra, solo invitar a quienes escribir a reflexionar sobre los distintos aspectos de la escritura. En este caso, el final. Si una historia funciona, si el lector que siempre debe ser el objetivo del escritor se queda satisfecho, da igual el camino seguido. Saludos!

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  14. Hola, David, gracias por esta entrada, muy interesante y útil, yo soy más de brújula pero es muy bueno tener herramientas para buscar nuevos caminos.
    Un saludo

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    1. Gracias, Ángel. La idea es que de tanto en tanto dediquemos algún tiempo a reflexionar sobre Narrativa. Siempre digo que la teoría nunca nos va a hacer mejores escritores, pero leerla nos va dejando con la melodía, logra que al terminar un relato y empezar la revisión te hagas preguntas sobre lo que has escrito para que todo el entramado sea coherente y sólido. Un abrazo!

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  15. A mí me encantan los finales con sorpresa, con todas las ventajas e inconvenientes que indicas.
    Muy interesante tu entrada.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Macondo. La verdad es que también son una debilidad para mí esa clase de finales, es por ello que les he dedicado ese extra específico. Un abrazo!

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  16. Excelente entrada que me hace plantear, una vez más, mi forma de escribir una historia. Pero, por lo que me ha parecido leer en algunos de los comentarios, no soy el único que inicia una historia con la brújula en el bolsillo, je,je. Y, en cierto modo, me ha consolado saber que mi estimado Stephen King también lo suele hacer. Aun así, reconozco que lo correcto es seguir la pauta que nos das en esta entrada (estupendo el vídeo aleccionador). Debo decir que normalmente intento iniciar un relato sabiendo de antemano el final, pero no siempre lo consigo, salvo que se trate de un microrrelato. Tengo una idea vaga del desenlace, pero es bastante habitual en mí que lo cambie a medida que avanzo en la escritura, pues se me aparecen opciones que me acaban resultando más apropiadas para lograr una sorpresa final. Debo admitir, sin embargo, que esto me sucede muchas veces porque llego a un callejón sin salida (por no haber trazado previamnete la ruta a seguir), lo que me obliga a reconsiderar los siguientes pasos, desviándome de lo que me iba dictando mi "inspiración" sobre la marcha. O debería decir improvisación. Y es que de la improvisación pueden salir cosas muy buenas y cosas muy malas, je,je.
    Por otra parte, me gustan todos los finales posibles: abiertos, cerrados y circulares. Lo que nunca he practicado, que yo recuerde, es iniciar un relato por el final, para luego ir desgranando los elementos que lo han motivado. Creo que lo probaré.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Josep. La Narrativa no es como la Cocina, en esta tienes una receta y cuanto más te ciñas a ella mejor será el plato. Pero en Narrativa no funciona así. Creo que todos nos planteamos de inicio una historia, de manera muy ordenadita, y al final entramos en un caos escritoril, probando distintas cosas conforme escribimos. En este caso, es un punto de partida, pero la meta siempre es impredecible. La teoría está bien para darnos ideas y cierto dominio de la situación, nos da armas para reflexionar sobre lo que hemos escrito. Pero nada más. Lo importante siempre será que tras el punto final, la releamos y sintamos que es redonda.
      Los finales al principio me gustan, pero siempre que se trate de finales incompletos o falsos finales. Es decir, que la lectura de la novela suponga algo más que conocer lo que ha llevado a ese final inicial, que me de otro punto de vista al menos de lo que se me propone. Un abrazo!

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  17. Yo , nunca conozco el final de un relato. Mi método es ponerme a escribir y ya veremos donde acabo. Lo que si es verdad, es que si no estoy escribiendo, la historia no para de dar vueltas en mi cabeza y eso también ayuda a que el final se vaya formando, no tanto en la hoja, pero si en la mente. La verdad es que esto de lo que hablas, es una opción que voy a trabajar para ver resultados. Como deberes del taller, a ver que sale. La tablita es muy interesante , ya no solo como recurso, sino como disparador creativo.
    Un lujo poder disfrutar de estas entradas , que valen su peso en oro y que tu , David , nos regalas a todos.
    Un abrazo , Titán.

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    1. Gracias, Pedro. Me encanta lo que has comentado sobre que la historia no para de dar vueltas en tu cabeza. Eso para mí es básico. A veces pensamos que la historia solo se escribe cuando nos sentamos a escribirla, pero eso solo es el momento de concreción. En mi caso, por ejemplo, voy visualizándola mientras viajo en metro o paseo. O incluso cuando voy a dormir lo hago continuando la escena en la que me he quedado, viendo al personaje en acción, escuchándolo, como si fuera una película a la que pudiera dar el play o la pausa. Creo que eso es básico, es estar comprometido on fire con la historia. Un abrazo!

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  18. Yo sé cuando un final me gusta y cuando no, pero este análisis tan completo que haces me ha resultado muy esclarecedor además de apasionante. La verdad es que en los micros que yo escribo para el Tintero, se puede decir que lo que tengo más claro es el final y hacia allí va encaminada toda la narración. hasta que no tengo eso, no sé qué escribir, pero una vez está eso claro, el resto es muy fácil. Imagino que si escribiera textos largos, sería más de brújula y de empezar sin saber por dónde iba a seguir. Tal vez por eso no lo hago.
    Muchísimas gracias y un beso enorme.

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    1. Gracias, Rosa. Tal cual como lo comentas. Aunque parezca algo de Perogrullo, la importancia del final es inversamente proporcional a la extensión de la historia. Pienso que un micro y un relato es algo tan esencial que no basta con que sea bueno, sino que debe ser excelente. En una novela, por el contrario, quizá más que un buen final el objetivo es que no sea malo. El lector de novela suele recordarla por las sensaciones que tuvo al leerla y solo se acuerda del final si es realmente malo. Al menos en mi caso que apenas recuerdo expresamente diez finales gloriosos, uno de ellos el de Lo que el viento se llevó, en el que nadie podría pensar que no se quedará juntos Red y Scarlett. Un abrazo!

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  19. Enhorabuena por esta entrada, David. Creo que contiene todos los ingredientes necesario para que un escritor comience a enfrentarse dignamente a su obra ¡Menudas decepciones solemos llevarnos los lectores! Lo que yo no entiendo es que, si para vosotros hay un decálogo a modo de biblia, las editoriales, que se suponen expertas en literatura, nos "engañan" con pésimos argumentos o con historias mal contadas. Supongo que eso será otra cuestión.
    A medida que te leo más y más pienso que la escritura, como la música o los idiomas, son un don que no todo el mundo posee. Un fuerte abrazo!!!!

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    1. Gracias, Macarena. Es que la Narrativa no es como la Cocina, como he comentado antes. Es más, novelas con un escrupuloso seguimiento del canon suelen resultar artificiales y falsas. Hace un tiempo leí una que se convirtió en best seller titulada La chica del tren. Me pareció mala de punta a cabo y, además, ridícula en cuanto al planteamiento del final, absolutamente predecible a mitad de la misma. No le puedes poner un pero a su estructura, pero se ciñe tanto a lo canónico que leerla resulta una experiencia muy aburrida. El mundo editorial hoy día no solo mira el contenido de la novela, sino su perspectiva de venta que es la madre del cordero. Por eso primero van los famosos o conocidillos de TV o internet, luego según qué géneros, más pensando en posibles adaptaciones cinematográficas, por apuestas personales según contactos y, finalmente, por novelas que de verdad tengan calidad, esperando que la gente las lea y el boca a boca haga el resto. Un abrazo!

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  20. Muy buena entrada, y muy didáctica, David. Lo de la tabla de finales me parece muy gráfico y útil, me la guardo, seguramente pueda serme útil en un futuro.
    Yo soy de los que escribe con un final predefinido, de hecho para estructurar una historia necesito siempre un buen principio y un buen final, a partir de ahí el resto ya es cuestión de echarle imaginación y siempre sale algo. Principios de historia buenos se me ocurren muchos, lo complicado es buscarles un final digno y que merezca la pena. Incluso tiendo a planificar puntos de ruptura y giros de la trama en medio, y a definir las escenas a plantear durante su recorrido: que se cuenta y que información se da al lector en cada escena, si son dialogadas o narradas, que giros de la trama se introduce en cada una de ellas, que características de los personajes quiero mostrar etc., sobre todo en historias mas o menos largas, y a partir de ahí y tras documentarme sobre lo que he planificado previamente, empiezo a escribir. Luego es cierto que la historia cobra vida y aparecen flecos y derivaciones imprevistas, pero en general la estructura inicial tiendo a respetarla. Las poquísimas veces que he empezado a escribir sin un guión y un final, la historia se ha quedado muerta y sin acabar.
    Me gustan los finales sorpresivos y también circulares, aunque cada tipo de historia pienso que pide un final propio. Bien es cierto que para echar mano de este tipo de finales, la planificación es condición inexcusable so pena de correr el riesgo de optar por un final que quede descolgado de la historia o que no sea consecuente con toda la trama. También es cierto que este tipo de finales exigen hilar muy fino a la hora de planificar la trama y ocultar la sorpresa final sin que se resienta la coherencia con lo ya contado, para lo cual es necesario releer lo escrito una vez terminado con mucho sentido crítico.
    Respecto a finales que me hayan sorprendido, recuerdo una novela de Dean Koontz, La casa del trueno, en la que a partir de una trama que incide en las supuestas alucinaciones de una mujer que despierta de un coma, hacia el final de la novela la trama da un giro hacia una historia de espías en la guerra fría, muy bien argumentada, que descoloca al lector. En cine soy muy fan del final de La Lista de Schindler por lo emotivo de la última escena, donde toda la carga emocional de la película se vuelca magistralmente en la despedida de Oscar Schindler, si bien es cierto que no es un final sorpresivo pero es sin duda el final que le viene al pelo a la película. Como finales que no me gustaron recuerdo los primeros libros de Reverte (hace mucho que no leo nada suyo), tanto en La tabla de Flandes como en el Club Dumas se echa toda la novela dando la turra con una partida de ajedrez y unas cartas del tarot respectivamente, para al final optar por finales que no están a la altura y que parece que no supo como cuadrar con la historia contada.
    Gracias por esta genial entrada. Un abrazo.

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    1. Gracias, Jorge. Jo, ¡qué puedo añadir! Como he comentado, lo que más disfruto de estas entradas es que de alguna manera os invitan a mostrarnos vuestra "cocina" narrativa y como cada uno se plantea su manera de escribir. En tu caso veo que eres un escritor de mapa como se dice ahora. Mencionas principio y final, en mi caso, por ejemplo, no suelo tener problemas con los inicios, si te mostrara la de inicios que descansan en los archivos del portátil, un primer párrafo prometedor y efectivo suele salir a la primera. El problema viene cuando ese inicio lo he escrito "a bote pronto", sin nada en mente que lo continúe. En esos casos la cosa pinta mal. Por el contrario, con un final o un giro final todo me resulta más sencillo, me da el tono y hasta me inspira la música que suelo escuchar mientras escribo.
      Creo que ya he comentado que la importancia suprema del final es sobre todo en micros y relatos. En las novelas creo que es más importante no "cagarla" que dar con un final excelso, y es que, al menos en mi caso, el recuerdo que me queda de una novela es la sensación mientras la leía. Por ejemplo, La historia interminable la disfruté mucho, pero si tengo que recordar el final solo recuerdo que terminó bien. En el género negro, donde los finales suelen ser la resolución del caso, lo que me queda es sobre todo son los diálogos, el suspense que me hace devorar cada página. Con Vestido de novia, por ejemplo, aluciné. Me gustó tanto cómo desarrolló la trama que me dejó muy buen sabor de boca, pese a que el final me pareció ridículo. Un abrazo!!

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  21. Hola, David.
    Mucho tiempo sin pasar por tu casa, me alegra volver y ver que sigues enseñándonos.
    Es complicado, en mi caso, ahora hace meses que no me pongo a escribir a conciencia la verdad, no solo he tenido abandonado el blog, sino también la escritura, pero en el pasado, no buscaba el final, me centraba más en el inicio y desarrollo, y a veces salía rodado y otras se quedaba el relato ahí a la espera. Y si he de ser sincera, tengo muchos escritos anteriores que han sido abandonados porque el progreso del mismo, no le encontraba sentido, y terminaron por aburrirme. Aunque me niego a borrarlos, por aquello de que quizás pueda utilizar las ideas en otros. No sé, puede que deba eliminarlos y así cuando abro la carpeta no los veo todos ahí observándome (y riéndose) ;)
    Gracias por la clase, tendré muy en cuenta todo lo que nos dices y con un poco de suerte en algún momento, volverá a mí la inspiración, espero, que sí, aunque sea a pequeña escala.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias, Irene. Parafraseando al gran Arguiñano, ¡nunca se tira nada de lo que se ha escrito! Es más, en ocasiones, pasado mucho tiempo al volver a leer uno de esos textos inacabados lo hacemos con otros ojos y la chispa nos asalta. O, como bien dices, bien puede suceder que la respuesta sea unir dos de esas historias inacabadas, mezclarlas a ver qué sale. En lo personal, eso me ha pasado más de una vez. Planteamientos que me llevaban a un callejón sin salida terminaron formando parte de otra historia totalmente diferente a lo que tenía planeado de inicio. Lo importante es escribir, y pensar en el final como un juego, sin presiones, una vez que lo tengas seguro que siempre terminaras la historia que lleve a él. Un abrazo!

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  22. ¡Hola!
    ¡Qué super interesante y útil, David!
    Me gusta que dejes detalles muy concretos y ejemplos muy prácticos. Me has iluminado un montón con muchas ideas para el final de Serendipity. Gracias por tus consejos atinados. Los tendré en cuenta.
    Te envío un fuerte abrazo!

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    1. Gracias, Yessy. Me alegra que te hayan gustado estas divagaciones que son más una invitación a reflexionar sobre el final que un manual de cómo escribirlo. Un abrazo!

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  23. ¡Hola David!

    Un trabajo extraordinario el que nos dejas en esta entrega, interesante y muy didáctico e instructivo, tanto literariamente como a nivel de ideas y tácticas de fluidez mental.

    Soy una principiante que disfruta esto de escribir relatos como si de un juego se tratara, pues no aspiro a ser para nada escritora, me dejo llevar de la primera inspiración y las letras se van escribiendo casi por sí solas, como si fueran los propios protagonistas quienes la escriben en mi cabeza, así que me considero una aspirante de brújula, pues nunca he pensado en la trama ni tampoco en el final, llega la idea inicial y ¡zas!, se va creando una historia que nace sin saber el siguiente paso, ni cómo morirá.
    Mi problema es que no me gusta sentirme encajonada, ni limitada, por eso dejo que las historias escojan su cielo para volar, solo necesito que aparezca el ave que marque el vuelo, ja, ja. Por supuesto estamos hablando de lo que hasta ahora he escrito,relatos de poca monta y algo insípidos, muy lejos de ser cautivantes y ricos en matices.

    Ahora como lectora soy algo inusual, pues casi siempre me voy a leer el final del libro antes de empezarlo, o hago una pre lectura rápida o sondeo, si me gusta lo leo, si no lo dejo a un lado, así que pocas veces me sorprenderá el final de una novela, ya que soy una lectora más emocional que racional (manias locas que se tienen).

    Genial tu entrada, tratare de ver si me aplico un poco y sale algo decente para compartirte el resultado.

    Gracias David por todas tus enseñanzas. Recibe un fuerte abrazo primaveral.

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    1. Gracias, Idalia. ¡Ostras! Empezar a leer por el final sin duda es inusual, ja, ja, ja... Lo importante es escribir, todo lo demás viene solo y viene a su tiempo. Es como jugar, primero uno cuenta con el juguete o algo que haga de juguete y va dando bandazos con él, hasta que resulta que de repente encuentras una manera de divertirte que a lo mejor no era como nos la presentaba el vendedor del juguete. Tienes muñecos y canicas, por ejemplo, y al final disfrutas uniendo los monstruos con los policías y entonces coges un peluche y usas las canicas como meteoritos, todo ello disfrutando del proceso, sin buscarle los tres pies al gato. De eso se trata con la escritura, es acostumbrarte a contar e imaginar, ya habrá tiempo de ponerse más exquisito. Un abrazo!!

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  24. Hola, David
    Estupendo, interesante y perfecto para un buen debate tu post, David.
    He escuchado a escritores de éxito hablar de su total improvisación a la hora de escribir, y de los que ejercen más a base de disciplina. Supongo que toda pauta es acertada si a uno le funciona, lo importante es encontrar ese camino por el que mejor se exprese el talento. Personalmente soy más de mapa, de construir esos andamiajes mentales en los que luego coloco los personajes y la trama; pero reconozco que a veces el final pensado se me ha venido abajo y he acabado improvisando un final alternativo. Tampoco rehúyo de ello, me dejo llevar por mi instinto. Sin embargo, creo que he obtenido siempre mejores resultados cuando me he ceñido al plan establecido.
    ¡Gran trabajo!

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    1. Gracias, Matilde. En realidad, creo que al final todos entramos en un caos creativo cuando nos ponemos a escribir. Tampoco te creas a los escritores hablando de su obra, son escritores y como tal seguro que nos adornan el proceso creativo en una especie de proceso litúrgico que tenga como consecuencia inevitable la novela. Pero me da que al final uno se pone con un planteamiento y mientras friega los platos se le ocurre algo y lo incorpora, tachando el capítulo anterior o añadiendo otro personaje... En fin, lo importante, pienso, es vivir cada historia que escribimos no solo frente a la página, sino durante las 24 horas de los días en los que estemos con ella. Un abrazo!

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  25. Muy interesante todo lo que expones. La tabla es muy ilustrativa. Todo está bien para crear una historia homogénea y con sentido al final. Lamentablemente, yo soy más intuitivo. Más improvisador, y en esa improvisación a veces predomina la idea central. A veces los personajes. A veces una imagen en la cabeza. Luego en proceso de la escritura es todo voluble. Lo más parecido es cuando un músico de jazz divaga desde un tema conocido, uno de esos standards clásicos de Broadway, por ejemplo. En la entrada que he publicado hoy era una idea difusa desde hace una semana y se ha plasmado como se ha plasmado, aunque tampoco estoy descontento con ella.

    Un abrazo

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    1. Gracias, Doctor. En tu estilo y tus relatos el final diría que es casi lo de menos, el sarcasmo, la sátira o el humor que derrochan tus escenas o diálogos tienen otro tipo de virtudes y objetivos en los que más importante que el final es el desarrollo del diálogo y la doble intención o ese leer entre líneas. Y es que en Narrativa la única verdad es que el lector disfrute de lo leído. Un abrazo!

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  26. Hola David, excelente tu entrada, muy claro y por sobre todo didáctico, hasta ahora solo me he animado a escribir textos cortos, pero quisiera un día llegar a algo más, no es fácil y así como de repente las palabras surgen a borbotones y uno escribe sin parar a veces se niegan a salir, las ideas no quieren asomar. Muy agradecida porque todo lo que he leído es muy claro y me sirve, un abrazo Patricia F.

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    1. Gracias, Patricia. Cada cosa llega a su tiempo y según nos lo pida el cuerpo. Si uno disfruta plenamente escribiendo relatos en eso es a lo que debemos dedicarnos, si alguna vez nos pide una novela, pues entonces ese será el momento oportuno. Nunca forzar las cosas supuso una buena opción. Un abrazo!

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  27. Hola David , una entrada que si te soy sincera , la leeré mañana tranquilamente.
    puesto que ahora tengo sueño , ya que me levanto muy temprano , lo que si me gustaría
    preguntarte una cosa , dando una vuelta por la red , y encontré un tutorial de escritura de una chica que se llama Ruth M. Rodríguez , y tiene un blog que creo que
    se llama vervalina.com .
    Entre los comentario vi un avatar de un robot que se llamaba David rubio ¿ Ese eres tú ? lo que no sabía es que habías publicado una novela en el 2016 , ¿ Que tal te salió? ¿De que trata o es como las que publica aquí que es digital o es de tapa dura y cómo se llama? jajajajaja cuantas preguntas en un rato no , jajajajajajaj.
    Mañana volveré a leerte , besos de flor.


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    1. Gracias, Flor. En efecto, ese robot es un servidor. Era mi anterior avatar. Ruth Rodríguez es una gran profesional de la Narrativa a la que tuvimos el lujo de recibir en El Tintero de Oro para hablarnos del Cliffhanger: https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/11/cliffhanger-deja-al-lector-al-borde-del.html
      Además, tuvo la enorme consideración de invitarme al suyo hace un tiempo precisamente para aportar un resumen de esta entrada, en su primera publicación en el blog Relatos en su tinta: https://blog.verbalina.com/como-escribir-final-novela/
      En cuanto a la publicación que mencionas fue un libro de diez relatos de ciencia ficción, centrados en el contacto con extraterrestres, aunque independientes unos de otros cada uno seguía la evolución de la historia, se titula Los demonios exteriores. Un abrazo!!

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  28. Gracias por esta didáctica y generosa lección, David.
    Mi relación con la escritura va evolucionando con la práctica. Para mí es algo similar a cocinar. Te puedes arriesgar a mezclar sin ton ni son los ingredientes que tengas en la despensa y lograr un plato comestible, pero lo más probable es que el resultado final sea de pesada digestión. Puedes seguir todos los cursos y vídeos de cocina, pero como no te pongas el delantal y te enfrentes a los fogones nunca vas a aprender el oficio de cocinar.
    He pasado por esas diferentes etapas: mezclar los ingredientes sin orden ni medida, aprender diversas teorías, leer y observar cómo han escrito autores reconocidos... Pero lo que más me enseña a evolucionar es la práctica de enfrentarme a la escritura.
    Por eso he llegado a la conclusión de que me gusta saber de antemano a dónde quiero llegar. El punto de partida y el camino que voy a seguir en el recorrido hacia el lugar señalado en mi mapa. Llevar la brújula en la mochila me da seguridad. A veces en el camino surgen variantes en la ruta y me gusta explorar, sabiendo que si me pierdo puedo disfrutar del trayecto y llegar igualmente al objetivo marcado. Imagino lo que espero encontrar allí pero hasta que llego no sé cuál es la puerta adecuada para cerrar la historia.
    Y en estas andamos, aprendiendo a cocinar historias.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Carmen. Un comentario para enmarcar. De eso se trata y el símil con la cocina es fantástico. Tener una idea de hacia dónde queremos llegar no es algo que limite nada, sino que nos centra, nos dirige a un lugar concreto. Ello logra que no estemos dando vueltas sin ton ni son, es una ayuda. Eso no quiere decir que dar vueltas no sea divertido y sepamos disfrutar del juego que supone ser una especie de dios respecto a la situación y personajes que nacen de nuestra imaginación. De hecho, jugar con ellos es lo más divertido y en modo alguno tendría que estresarnos, eso sí teniendo en cuenta que en algún momento, si queremos terminar la historia, tengamos que centrarnos y concretar. Un abrazo!!

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  29. Hola David, jo muchas gracias por este microtaller sobre "el comienzo por el final". En cuanto a tu cuestión, sí, si lo hecho alguna vez. Por lo general, tengo en mente la historia que quiero contar. Me zambullo en ella y trabajo el comienzo, según va tomando cuerpo el relato aparece el final, que a veces cambia el principio. Ahora que lo dices, más de un final ha dado un giro al planteamiento del argumento. Las primeras frases son clave para enganchar a la historia; cada vez soy más consciente de ello. Es un vistazo rápido de lo que va. Creo que esos finales con golpe de efecto también está muy influenciado por los microrelatos, muy micros, esos de cien palabras. Y claro, si quieres contar una historia con un desarrollo de más de cien páginas, la cosa cambia. Yo aún ando en fase experimental querido amigo, y sin método. Escribo. Mi cabeza no da para más. Pero aprecio tus anotaciones y aportaciones, interesantes siempre. Un abrazo por tu generosidad.

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    1. Gracias, Eme. He comentado por arriba que aunque sea de Perogrullo, la importancia del final es inversamente proporcional a la extensión de la historia. Como dices, en un micro o un relato cortito, se agradece mucho que el final sea un directo a la mandíbula, algo que nos haga recordar por siempre la historia leída. En una novela, quizá se pide más una coherencia con lo narrado, un desenlace que venga a ser la guinda, pero que no suponga algo demasiado sorpresivo. Experimentar es algo muy bueno, escribir se aprende escribiendo; luego toca narrar que se aprende narrando. Un abrazo!

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  30. Cuando me atreví con esto de la escritura, cosa que nunca me hubiera imaginado de pequeña, me volvía loca con todas las normas que leía en diversos blogs y páginas web acerca de cómo escribir bien. Cuanto más leía más complicado me parecía todo. Entendía algunas normas, otras no, pero lo más difícil me parecía hacerlas traslucir en el texto. Por ello cansada y abrumada por tanta recomendación más o menos comprensible decidí tirarme a la piscina a mi aire. Y empecé a escribir como me daba la gana, sin orden ni concierto. Yo empezaba, me dejaba llevar y trataba de terminar. cerrar una historia a priori parece la parte más difícil y si no tienes al menos en mente algo puede hacerte dar rodeos sin ton ni son para no acabar en ninguna parte al fin.
    Por eso ahora, aunque no planifique cada punto y cada coma, sí que me gusta saber de antemano por dónde quiero ir y, sobre todo, a dónde quiero llegar.

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    1. Hola, MJ. Suelo comparar la teoría narrativa con las normas ortográficas. Estudiar ortografía no va a conseguir que de la noche a la mañana no comentamos faltas, es a fuerza de leer y estudiar cuando poco a poco las vamos interiorizando. ¿Verdad que al escribir no estamos permanentemente pensado en si la palabra es llana o esdrújula para colocar la tilde? Lo hacemos de manera automática.
      Con la Narrativa pasa lo mismo, leer un artículo titulado ¿Cómo escribir un relato? No va a lograr que seamos expertos relatistas, es a fuerza de escribir y reflexionar sobre los distintos elementos narrativos la manera en la que interiorizamos lo que significa Narrar, algo más que escribir bonito. Un abrazo!

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  31. ¡Hola! Has planteado un gran análisis sobre los finales. El final es el plato fuerte, lo que debe sorprender y dar sentido a todo (dependiendo de cada tipo). Yo también creo que la historia debe estar, al menos, algo planificada para no perderse. Aunque luego, a medida que se escriba, puedan ir surgiendo nuevas ideas a base de ir desarrollando la trama (que no es lo mismo que ir improvisando sobre la marcha). Por ejemplo, tener claro el hecho de saber si un personaje va a conseguir o no su objetivo y de qué manera, porque habrá que ir preparando la historia para que desemboque en una cosa o en la otra para que tenga sentido (el tema que comentas sobre darle sentido al final me parece muy muy importante).
    Me guardo el artículo como manual de consulta. Está genial.
    Un abrazo :)

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    1. Hola, M.A. Te aprovecho para comentar que si el final es importante, en general, existen géneros donde diría que es esencial, como es el caso del Terror que es el tuyo. En él es donde se pide un efecto más intenso, un final de fiesta, una traca de fuegos artificiales que suponga la guinda a una historia que juega con una emoción tan intensa como es el miedo. Te agradezco que nos hayas contado tu experiencia en este sentido. Un abrazo!

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