Entrada elaborada por
Marta Navarro
CONCURSO
El sol tirita tras los rascacielos de Manhattan, las aguas del Hudson se tiñen de crepúsculo y la isla de Ellis queda desierta. Al fin sola, la estatua suspira cansada, contempla caer la noche sobre la ciudad y un pellizco de melancolía le encoge el alma. Día tras día, año tras año, un siglo tras otro, su antorcha levantada al cielo fue símbolo de esperanza y acogida, pero ahora... Inmóvil, no ciega, ella ha visto más que nadie. Llegó como una ofrenda, un regalo que abría un nuevo tiempo donde los sueños se cumplían. ¡Qué momento! Aún recuerda los barcos cargados de familias, niños de ojos cansados y brillantes, hombres venidos de todas partes que al aproximarse hasta ella la miraban con asombro, como si estuvieran frente a un ángel. Y su corazón de bronce se estremecía al sorprender en su gesto la congoja súbita de la extranjería. Pero... Un día las aguas de su isla se enturbiaron y el sueño devino en pesadilla. A sus costas ya solo llegan los turistas y un murmullo en el aire q...
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