GALA DE PREMIOS 47ª Ed. Autor Anónimo

El graderío se iba llenando de espectadores, aros concéntricos de cuerpos expectantes en torno a un entarimado donde ya esperaban los últimos autores de la temporada. Eran veintinueve en total, todos vestidos con una amplia capa que distorsionaba su físico, la cabeza cubierta por una capucha y el rostro oculto tras una máscara veneciana, inidentificables unos de otros. Se hallaban en pie formando un círculo en torno a un reloj de arena, verdadero centro del espacio y de la atención de los presentes, instrumento de mecánica imparcial que desgranaba los segundos libre de pasiones y urgencias, ajeno a la ansiedad de cuantos le rodeaban. Ni los tañidos de las campanas anunciando la llegada del nuevo año provocarían entre los presentes tanta expectación como lo hacía aquel pequeño objeto de vidrio y madera. Con el último grano cayó un manto de silencio sobre el recinto, espeso como la tinta. A través de la única puerta de acceso hizo su entrada el maestro de ceremonias, portando la pluma ...

Mi lugar en una lista de lugares



San Martín, montañas y algo más.

San Martín de los Andes es mi lugar porque allí no crecí, no nací, lo elegí.

San Marín es mi lugar porque lo descubrí, me descubrió, lo conquisté, me conquistó.

Es ese lugar soñado, lo ha sido, lo será, quizá un día me funda en su paisaje y sus rojizos atardeceres entre nubes y montañas.

Puedo llegar a transformarme en hoja de otoño y mi piel lentamente se transformará en nervaduras, texturas y colores, fundiendo amarillos, ocres, dorados, rojos y naranjas. Mi sangre será sabia y cuando el viento decida me arrancará de la rama y en suave vuelo me dejará caer en la montaña o puedo seguir siendo verde como los pinares y sobrevivir al invierno reteniendo la nieve en mis ramas.

San Martín es mi lugar mientras esa luna llena me atrapa con su reflejo en el Lago y me transforma en un hada de la noche que en un mágico vuelo se desliza entre estrellas y planetas y mira desde las alturas contemplando el paisaje nocturno transformado en pequeños puntos luminosos que en una carrera al mejor diseño compiten con el cielo.

Hay una magia oculta en cada rincón, un silencio profundo de bosque, de pasión y locura, los seres del bosque, ocultos en las laderas, danzan en esas noches entonando sus más locas melodías, ruedan piedras, rueda arena y tierra, hojas y flores, ruedo yo...

Ruedo, si, ruedo y me pierdo en senderos y caminos y sueños, me entrego a la brisa helada de la noche, derramándome en escarcha al amanecer para que la calidez del sol cuando asome entre elevaciones y arboledas me derrita y pueda fundirme con la tierra dejando la vida en las profundas raíces, renacer  desde esas profundidades al lado de los troncos en pequeñas setas de colores, nacer entre hayas y abedules, desperezar mi sombrero rojo salpicado de manchas blancas desplegando mi natural belleza en advertencia para que ningún incauto decida transformarme en un suculento plato que le cueste la vida. Asomo debajo de enorme cipreses y pinos imitando el color de las hojas muertas y allí si en un discreto tono terroso ir aflorando.

San Martín de los Andes es vuelo de bandurrias y gaviotas mientras el espejo del lago refleja su vuelo.

Hay un aroma a chocolate surcando el aire mezclado con el de las rosas de las calles y el dulce de las flores silvestres, margaritas, lupinos, aljabas y gráciles amancayes. En las orillas las blancas y aromáticas flores de los bellos arrayanes. Todo el aire inundado por ese dulzor.

San Martin es ese sitio soñado al que muchos acuden y se llevan fotos yo me lo llevo en el alma, en el corazón y en la mente.

San Martín, me hizo poner la vida en pausa cuando deglutió mis vacaciones, sin miramientos lastimó mi pie... No es su culpa, no es la mía, la fatalidad, dicen algunos; el destino, dirían otros. Hoy, lejos de San Martín con mi pierna anclada a tutores metálicos y juro que toda esta locura escrita nada tiene que ver con calmantes, somníferos o drogas, tampoco me comí esos hongos que pueden hacer alucinar: simplemente es porque San Martín de los Andes es mi lugar atrapando mi mente, mi alma y mi cuerpo, porque tiene magia y yo amo la magia.

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