GALA DE PREMIOS 47ª Ed. Autor Anónimo

El graderío se iba llenando de espectadores, aros concéntricos de cuerpos expectantes en torno a un entarimado donde ya esperaban los últimos autores de la temporada. Eran veintinueve en total, todos vestidos con una amplia capa que distorsionaba su físico, la cabeza cubierta por una capucha y el rostro oculto tras una máscara veneciana, inidentificables unos de otros. Se hallaban en pie formando un círculo en torno a un reloj de arena, verdadero centro del espacio y de la atención de los presentes, instrumento de mecánica imparcial que desgranaba los segundos libre de pasiones y urgencias, ajeno a la ansiedad de cuantos le rodeaban. Ni los tañidos de las campanas anunciando la llegada del nuevo año provocarían entre los presentes tanta expectación como lo hacía aquel pequeño objeto de vidrio y madera. Con el último grano cayó un manto de silencio sobre el recinto, espeso como la tinta. A través de la única puerta de acceso hizo su entrada el maestro de ceremonias, portando la pluma ...

NOOR, de Anónimo 13

 


Agosto mes bendito para algunos y maldito para otros por diversas razones. Bendito para aquellos que dejan atrás la ciudad y maldito para quienes sufrimos de los calores. Este año decidí quedarme y trabajar. La oficina estaba tranquila y hasta habíamos establecido turnos de teletrabajo, aunque más de uno veníamos por el aire acondicionado el día que nos tocaba tele trabajar. Jornada intensiva y un ambiente relajado, no estaba del todo mal.

Cuando llegaba el fin de semana la ciudad se quedaba más muerta todavía, en esos días aprovechaba para visitar las bibliotecas o los museos, que como habéis acertado en ellos también se está fresco.

Una tarde de domingo, decidí irme  uno de los parques  más grandes de mi ciudad, cogí el metro y mientras leía se sentó alguien a mi lado. No depare en quien era hasta que me saludo.

─ Fernando ¿Eres tú?, que alegría  verte.

Su sonrisa ilumino el vagón y es como si nos hubiéramos visto el día anterior.

Noor y yo habíamos crecido juntos en el mismo barrio, fuimos al mismo colegio y al instituto. Compartimos muchos buenos ratos,  tardes de juegos fuimos grandes amigos durante mucho tiempo. Comenzamos hablar de los viejos tiempos, de todos los recuerdos compartidos, de lo que había sido de nuestras vidas.

Cuando atardecía acabamos sentados en las escaleras del polideportivo donde cuando éramos niños jugábamos. Recordamos  el último domingo, aquel que precedía al comienzo de las clases y aunque ya era septiembre para nosotros hasta aquel día duraba el verano. Y ese domingo era eterno. Sabíamos que cuando nos volviéramos a ver el mundo sería otro. Como si nosotros no fuéramos los mismos.  Siempre hacíamos el mismo pacto de sangre, que el año siguiente al acabar el colegio volveríamos a vernos y a vivir todas aquellas aventuras que se nos habían quedado en la imaginación.

Ella saco un libro de su mochila, y me lo entregó. Se titulaba el último domingo. Quería que lo leyera detenidamente y le diera mi opinión. Nos tomamos de la mano y caminamos los últimos pasos que separaban nuestros caminos. Entonces juramos que volveríamos a vernos el próximo verano. Ella me dio un beso y se alejo entre la gente mientras me daba cuenta que no habíamos intercambiado los móviles. Es como si hubiéramos hecho un viaje en el tiempo. Y aquella fue la última vez que la vi.

Unos días después la nostalgia y  septiembre  me llevaron a una exposición sobre los románticos me llevo a la biblioteca de mi antiguo barrio, allí me encontré a Marcos, un antiguo amigo. Le hable del encuentro con Noor. El me miro varias veces y me pidió que esperara al cierre y nos tomábamos una cerveza.

Noor había fallecido en agosto en un accidente de tráfico mientras regresaba de vacaciones. A sí que era imposible que le hubiera visto me dijo, seguro que me había confundido. Me ahorre contarle lo de la tarde que pasamos, lo del libro, que busque y ciertamente estaba a la venta y me lo había dedicado. Sin duda no había querido faltar a nuestro último domingo. Y aquí estoy escribiéndole una respuesta en forma de novela, con la esperanza de entregárselo, un último domingo y con la esperanza que vuelva para que pueda dárselo.

 

 

 

Comentarios