GALA DE PREMIOS 47ª Ed. Autor Anónimo

El graderío se iba llenando de espectadores, aros concéntricos de cuerpos expectantes en torno a un entarimado donde ya esperaban los últimos autores de la temporada. Eran veintinueve en total, todos vestidos con una amplia capa que distorsionaba su físico, la cabeza cubierta por una capucha y el rostro oculto tras una máscara veneciana, inidentificables unos de otros. Se hallaban en pie formando un círculo en torno a un reloj de arena, verdadero centro del espacio y de la atención de los presentes, instrumento de mecánica imparcial que desgranaba los segundos libre de pasiones y urgencias, ajeno a la ansiedad de cuantos le rodeaban. Ni los tañidos de las campanas anunciando la llegada del nuevo año provocarían entre los presentes tanta expectación como lo hacía aquel pequeño objeto de vidrio y madera. Con el último grano cayó un manto de silencio sobre el recinto, espeso como la tinta. A través de la única puerta de acceso hizo su entrada el maestro de ceremonias, portando la pluma ...

¿QUIÉN HA SIDO?, de Anónimo 15


Mi hija no me quiere. Se ha aliado con mi hijo que quiere meterme en un asilo; bueno, en una residencia, que es lo mismo pero mas caro. Así… bueno, da igual. Que un hijo, ya se sabe… pero una hija… Lo tienen claro los dos. Lo que quieren es no venir a ayudarme a… que tampoco es que hagan mucho, porque casi todo lo hace esa mujer… ¿No queda leche? ¿Y la leche? Si compré ayer en el Caprabo cuatro litros… Esa mujer que viene que habla raro se las habrá llevado; ella no se habrá bebido los cuatro litros, pero una vez dijo que tenía cuatro hijos. Yo me voy a hacer un huevo frito, como antiguamente, pero no sé qué les voy a llevar a las palomas. La leche les gusta mucho. Bueno, al menos huevos sí que hay; cuando vuelva a venir esa mujer me va a oír. ¿Quién llama tan temprano?

―¿Dígame? ¿Eres la mujer…? Ah, hola, hija. Esa mujer que habla deprisa, se ha llevado la leche…

―…

―Tú qué sabrás, si no estás aquí. Cuando venga luego…

―…

―¿Y hoy qué día es?

―…

―¿Y los lunes no viene? Pues mañana, se va a enterar. Hija, te dejo que me voy a pasear…

Ufff… qué calor, que mal me encuentro. Me voy a echar. No, uff, no veo nada. Mejor me voy a la calle que me de un poco el aire. Tres botellas rotas delante del portal, seguro que ha sido el negro ese del segundo. Cada vez esta más lejos el dichoso parque. Podían venir las palomas a mi casa y no tendría que venir yo tan lejos; hasta podría echarles desde arriba… Bueno, es que en realidad no sé para qué he venido porque no tengo leche. Iré al Caprabo a comprar.

―Sra. Jacinta. ¿cómo se le ha ocurrido venir en bata a comprar?

―Ay, hija, es verdad. Es que he salido rápido…

―¿Lleva dinero?

¡Que preguntona esta hoy esta chica! Ah, pues tiene razón, no llevo dinero, solo tengo el Clipper este en el bolsillo.

―Tienes razón chica. Voy un momento a casa.

―Nooo. Pase y coja lo que quiera, ya me lo paga otro día.

¡Qué simpática esta hoy esta chica!

―Gracias.

¡Qué barbaridad de cara está la leche! Ayer estaba. Vaya, si no he traído ningún cuenco para echarles la leche. ¿Ahora tengo que volver a casa? Esta muy lejos. Podían venir las palomas a mi casa y no tendría que venir yo tan lejos; hasta podría echarles desde arriba… Les haré un hueco en la tierra y les echó ahí la leche. Vaya, y ahora… necesito el abreroscas y solo tengo el Clipper.

―¡Joven! Podría ayudarme a abrir esto.

―Claro… Ya está. Tenga… Pero ¿qué hace? No la tire.

―Es para las palomas.

―Ah, bueno.

Aun hay gente amable por el mundo.

―Sra. Jacinta ¿qué hace en bata por la calle? ¿La han evacuado?

―No. Vengo del parque, de dar de comer a las palomas. ¿Qué ha pasado?

―Pues ya puede ver. El tercero y el cuarto de este lado, todo quemado.

―Seguro que ha sido el negro ese del segundo.

―Nooo. Jaja. El negro ese es mi marido. Puedo asegurarle que él no ha sido. Ja ja. Usted vive en el tercero, ¿no?

Pobre chica. A ella tampoco la quiere nadie. Con lo guapa que es… Vaya, no tengo el móvil, solo el Clipper este.

 

Comentarios