Mi
hija no me quiere. Se ha aliado con mi hijo que quiere meterme en un asilo;
bueno, en una residencia, que es lo mismo pero mas caro. Así… bueno, da igual.
Que un hijo, ya se sabe… pero una hija… Lo tienen claro los dos. Lo que quieren
es no venir a ayudarme a… que tampoco es que hagan mucho, porque casi todo lo
hace esa mujer… ¿No queda leche? ¿Y la leche? Si compré ayer en el Caprabo
cuatro litros… Esa mujer que viene que habla raro se las habrá llevado; ella no
se habrá bebido los cuatro litros, pero una vez dijo que tenía cuatro hijos. Yo
me voy a hacer un huevo frito, como antiguamente, pero no sé qué les voy a
llevar a las palomas. La leche les gusta mucho. Bueno, al menos huevos sí que
hay; cuando vuelva a venir esa mujer me va a oír. ¿Quién llama tan temprano?
―¿Dígame? ¿Eres la mujer…? Ah, hola,
hija. Esa mujer que habla deprisa, se ha llevado la leche…
―…
―Tú qué sabrás, si no estás aquí. Cuando
venga luego…
―…
―¿Y hoy qué día es?
―…
―¿Y los lunes no viene? Pues mañana, se
va a enterar. Hija, te dejo que me voy a pasear…
Ufff… qué calor, que mal me encuentro.
Me voy a echar. No, uff, no veo nada. Mejor me voy a la calle que me de un poco
el aire. Tres botellas rotas delante del portal, seguro que ha sido el negro
ese del segundo. Cada vez esta más lejos el dichoso parque. Podían venir las
palomas a mi casa y no tendría que venir yo tan lejos; hasta podría echarles
desde arriba… Bueno, es que en realidad no sé para qué he venido porque no
tengo leche. Iré al Caprabo a comprar.
―Sra. Jacinta. ¿cómo se le ha ocurrido
venir en bata a comprar?
―Ay, hija, es verdad. Es que he salido
rápido…
―¿Lleva dinero?
¡Que preguntona esta hoy esta chica! Ah,
pues tiene razón, no llevo dinero, solo tengo el Clipper este en el bolsillo.
―Tienes razón chica. Voy un momento a
casa.
―Nooo. Pase y coja lo que quiera, ya me
lo paga otro día.
¡Qué simpática esta hoy esta chica!
―Gracias.
¡Qué barbaridad de cara está la leche!
Ayer estaba. Vaya, si no he traído ningún cuenco para echarles la leche. ¿Ahora
tengo que volver a casa? Esta muy lejos. Podían venir las palomas a mi casa y
no tendría que venir yo tan lejos; hasta podría echarles desde arriba… Les haré
un hueco en la tierra y les echó ahí la leche. Vaya, y ahora… necesito el
abreroscas y solo tengo el Clipper.
―¡Joven! Podría ayudarme a abrir esto.
―Claro… Ya está. Tenga… Pero ¿qué hace?
No la tire.
―Es para las palomas.
―Ah, bueno.
Aun hay gente amable por el mundo.
―Sra. Jacinta ¿qué hace en bata por la
calle? ¿La han evacuado?
―No. Vengo del parque, de dar de comer a
las palomas. ¿Qué ha pasado?
―Pues ya puede ver. El tercero y el
cuarto de este lado, todo quemado.
―Seguro que ha sido el negro ese del
segundo.
―Nooo. Jaja. El negro ese es mi marido.
Puedo asegurarle que él no ha sido. Ja ja. Usted vive en el tercero, ¿no?
Pobre chica. A ella tampoco la quiere
nadie. Con lo guapa que es… Vaya, no tengo el móvil, solo el Clipper este.
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