Creo que me daréis la razón en que para un escritor —o aspirante a ello— lo segundo que produce mayor satisfacción es conseguir que el lector permanezca pegado a nuestro libro o relato. Podría estar escuchando música; o viendo la televisión; tal vez un vídeo de YouTube; o paseando; tomándose algo en un bar. Pero está ahí, sin poder apartar la vista de las líneas que has escrito.
He dicho lo segundo, a lo mejor os preguntaréis qué es lo primero. Os lo digo al final del post, y estoy convencido de que me daréis la razón.
LA VISIBILIDAD DE NUESTRA NARRACIÓN
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Dibujillo propio |
Si os digo que visibilidad es la capacidad de ser visto seguro que ya me estaréis calificando de
Perogrullo, y con razón. Pero también es verdad que en ocasiones perdemos de vista lo evidente por parecernos demasiado obvio como para considerarlo importante.
Cuando leemos algo que nos emociona, olvidamos el reloj, el móvil, el ruido que nos rodea, ¿qué es lo que está pasando en nuestra cabeza? Nada menos que nos hemos transportado al mundo ficticio que nos ha propuesto el autor. Estamos VIENDO y VIVIENDO junto a los personajes observando cómo se mueven, cómo sirven el té, cómo se besan, cómo miran, cómo aprietan el puño mientras tratan de poner buena cara.
Algo que se ha convertido casi en un tópico es considerar que siempre es mejor una novela que la película que la haya adaptado. ¡El libro es mucho mejor! ¡Se han dejado un montón de cosas! ¡Así no es el personaje! En ocasiones es con razón, pero muchas menos de lo que pensamos. ¿Qué sucede? Es sencillo, alguien se ha atrevido a robarnos las imágenes que habíamos creado en nuestra mente al leer la novela, nos ha cambiado el aspecto que habíamos imaginado de los personajes, de las escenas. Y eso nos produce cierta repulsa, como cuando escuchamos una versión distinta de nuestra canción favorita.
CÓMO CONSEGUIR QUE NUESTRO TEXTO SEA VISUAL
¿Qué tal comenzar con un ejemplo? Os propongo este texto:
Era un tipo detestable, egoísta, le gustaba humillar a los demás, sentirse superior. Sin duda era alguien al que había que guardar el aire, que carecía de empatía. De esas personas con las que mejor no cruzarse, orgullosas, presuntuosas, encantadas de haberse conocido; incapaces de comprender el dolor ajeno o lo que es peor: disfrutando con él.
¿Qué tal? Vale, desde luego nos ha quedado claro que con ese tipo no nos tomaríamos un café, ¿pero habéis tenido la sensación de estar a su lado? ¿Seríais capaces de recordar, ahora mismo, cada una de las malas características de su personalidad? Seguramente, no. Solo os habrás quedado la vaga idea de que es una mala persona.
Vamos a intentar ahora que ese personaje cobre vida en nuestra mente:
Cuando iba a encender un cigarrillo, observó a un mendigo que se encontraba sentado en el tranco de un comercio, envuelto en mantas y cartones. Sonrió. Se guardó el paquete en el bolsillo de su americana y se dirigió hacia él. Al llegar a su altura se detuvo. Esperó a que lo mirará para meter la mano en el bolsillo sin apartar la vista de esos ojos que seguían sus movimientos con una mirada de agradecimiento por la previsible limosna. Fue entonces que sacó el paquete de tabaco y, lentamente, extrajo un pitillo. Se lo llevó a la boca y lo encendió mientras el rostro del mendigo mudaba a una expresión de desconcierto. Exhaló una profunda bocanada y le guiñó un ojo antes de darse la vuelta.
¡Menudo tipejo, eh! Desde luego es egoísta, disfruta humillando al prójimo, es incapaz de comprender el dolor ajeno… Pero a diferencia del texto anterior lo hemos visto, su acción se ha desarrollado en nuestra cabeza como una película. Si alguien nos preguntara cómo es, lo que nos vendría a la cabeza es su sonrisa mientras hacía creer a un pobre mendigo que le iba a dar una limosna.
Mostrar, no explicar. Esa es de las pocas verdades verdaderas en esto de la narrativa. Es la única manera de que el lector se olvide que está leyendo y se sumerja en el universo ficcional de la historia. Si volvemos al ejemplo, en su primera versión solo leemos una lista de rasgos de personalidad. Con la segunda, provocamos en el lector una reacción. El acto del personaje basta para definirlo y esa impresión será la que acompañe al lector el resto del relato bien amarrada a su memoria. Eso será una ventaja tremenda para que, si más adelante le damos un giro, podamos provocar algo así como cuando un conocido hace algo que se sale de la imagen que nos hemos hecho de él. Eso nos descoloca, nos hace preguntarnos cosas, y eso es algo muy bueno.
Por supuesto, las acciones que se muestren deben ser una traducción visual de lo que queremos decir. Si queremos presentar a ese tipo con esas características, la acción, en este caso humillar al mendigo, debe ser acorde con ello. Volviendo a nuestro cabroncete, imaginad que para visualizar su personalidad utilizáramos, simplemente, la imagen del tipo pasando junto al mendigo sin dirigirle ni una mirada. Esa sería una acción que podría interpretarse de mil maneras, es un despistado, un orgulloso, pero no retrataría al personaje que queremos mostrar.
LAS HERRAMIENTAS PARA HACER VISIBLE NUESTRO RELATO
Sales de casa. Cruzas la calle, hay bastante gente. Es sábado y los comercios están a rebosar. Pasas por la plaza. Unos chorros de agua suben y bajan en la fuente del centro. Los observan, desde los bancos, los ancianos que cuidan de sus nietos. Te paras frente al semáforo rojo, aunque te das cuenta de que eres el único que lo ha hecho. Cuando cambia a verde, cruzas. Visualizas el quiosco. Al lado de la entrada hay una máquina expendedora de chuches y un cocodrilo azul que funciona con monedas. Entras. Te diriges a la estantería donde se encuentran los comics. Coges uno de Alan Moore, Wachtmen. Lo abres. Ves viñetas y, en ellas, los dibujos de cosas concretas y tangibles: un tipo con gabardina y sombrero, un armario, una cama. El tipo coge una percha y la deforma para convertirla en una especie de vara. Con ella mide el fondo del armario, algo no le cuadra…
Vale, vale… ya paro.
En este corto paseo podemos comprobar que:
- Predominan las cosas tangibles, que se pueden ver y tocar, respecto a las ideas mucho más opacas para el lector. Ejemplo rápido, intentad visualizar el Amor. Difícil, ¿eh? Ahora visualizad una pareja besándose...
- Se muestran acciones concretas y para ello predominan los verbos de acción sobre los abstractos. ¿Otro ejemplo rápido? Imaginad un tipo que comprende. ¿Nada? Vale, ahora a un tipo que asiente con la cabeza... Hablando de verbos abstractos y de acción os recomiendo que echéis un vistazo a estos dos artículos.
No he podido resistirme a mencionar en ese texto un cómic de Alan Moore. Y es que creo que es muy recomendable añadir el llamado arte secuencial a nuestra lista de lecturas. Se puede aprender muchísimo de la manera con la que en los cómics se utilizan las viñetas para contar historias. Quien escriba debe dibujar con palabras. Pero el concepto es el mismo.
Por supuesto, y más en una novela, deberemos incluir partes abstractas y algunas explicaciones. Pero es conveniente que antes anclemos al lector haciendo visible la escena y el contexto. En el ejemplo del tipo y el mendigo, una vez visualizada la escena, el lector nos diría algo así como: "De acuerdo, ya he visto lo que ha hecho ese personaje con el mendigo. Ahora, cuéntame quién es y qué piensa."
Bueno, entonces para que nuestro texto sea visible al lector necesitamos cosas concretas y verbos de acción. ¿Ya está? Casi. Venga, un ejercicio rápido. ¿Recordáis al menos tres acciones de nuestro paseo? ¿No? Tranquilos, es normal. En ese paseo nos faltaban unos…
¡ENORMES COCODRILOS!
Cuando escribimos, en ocasiones somos muy ordenaditos. Nos gusta ir paso a paso y por ello comenzamos con una descripción exhaustiva de las condiciones climáticas y ambientales, seguidas de una minuciosa descripción del personaje para, a continuación, comenzar con la historia.
Esto tiene un problema. Aunque las descripciones fueran visibles, para quienes como yo tenemos muy mala memoria es muy posible que cuando comienza la acción del relato apenas recordemos nada de lo que nos ha descrito el autor hasta ese momento.
Salvo que en esas descripciones hayamos incluido un cocodrilo.
David, ¿qué te has fumado? Tranquilos, esto tiene su explicación.
Para conseguir que nuestros textos sean VISIBLES no basta con mostrar a nuestros personajes haciendo cosas. Necesitamos algo más dado que nuestro cerebro es bastante perezoso. ¿Habéis oído aquello de que el mejor escondite es dejar el objeto valioso a la vista de todo el mundo? Hace años leí un relato en el que el objeto deseado se encontraba sobre la mesa del despacho de la víctima, a la vista de todos. Creo que era un relato de Poe, pero no estoy seguro.
¿Y esto a qué se debe? Como os he dicho, nuestro cerebro, con todas sus virtudes es también un poco perezoso. Y caprichoso.
Como dice Ángel Zapata: LO PREVISIBLE NO ES VISIBLE. En la historia que os comenté, la del objeto en el despacho, (Ahora lo recuerdo. Es una novela de Ellery Queen, El cadáver fugitivo) esperábamos que ese objeto valioso estuviera escondido tras un doble fondo de armario, por eso no lo veíamos encima de la mesa del despacho.
Si las imágenes que visualizamos al leer son usuales o previsibles —o responden a nuestra idea de lo cotidiano—, nuestro cerebro desconecta. Da por sabida la información que está recibiendo, pierde el interés, y es cuando se produce la lectura vertical, aquella en la que leemos de arriba abajo, localizando palabras sueltas en cada línea, a la espera de algo que nos llame la atención. Y si eso no se produce en un tiempo razonable, ¿cuánto tardará el lector en cerrar el libro?
Toda historia gana si ocurre lo contrario a lo que se espera. Debemos intentar llenar nuestro texto de detalles peculiares, imprevistos que abran pequeñas intrigas. Zapata se vale de la imagen de un cocodrilo roncando en una cama. Lo que nos propone con ello es que observemos la realidad con ojos de escritor. Escribir es una cuestión de detalle. Nuestros personajes, objetos, acciones y escenarios deben ser únicos. HUYAMOS DE LO PREVISIBLE.
¡Vamos con un ejemplo!
Juan abrió los ojos y, tras desperezarse, se incorporó. Se dirigió a la ventana para abrir la persiana. Hacia sol. Se calzó las zapatillas. Fue al lavabo. Tras lavarse la cara cogió el dentífrico y el cepillo de dientes. Cuando terminó se enjuagó la boca. Apagó la luz del cuarto de baño. Cruzó el pasillo hasta llegar a la cocina y buscó el tarro de café soluble. Cuando vertió el café y el azúcar, introdujo la taza en el microondas. Esperó a que se calentara. Al escuchar el pitido la sacó y se sentó a la mesa. Sopló un poco sobre el líquido negro antes de bebérselo. Después regresó al dormitorio para hacer la cama y vestirse.
Es un texto bastante visual, en todo momento el personaje está haciendo algo, pero todo es absolutamente normal. Es muy posible que tras leer las primeras dos líneas la lectura se vuelva vertical, buscando el momento en el que aparezca algo que llame la atención. Pero no lo hay. Nuestro cerebro constata que no sucede nada distinto a lo que ya tiene guardado en el encéfalo. Y por tanto, la escena se hace invisible.
¿Y ahora?
Juan abrió los ojos y contempló el cocodrilo que lo observaba. Sonriente. Con sus ojos de reptil haciéndole chiribitas. Necesitaba sin duda un café. Se incorporó y se dirigió a la ventana para subir la persiana. Observó el reflejo del sol sobre su piel verdosa y las garras de sus patas haciendo círculos sobre las sábanas de raso. Se dirigió al lavabo. Tras cepillarse los dientes marchó a la cocina. Se tomó un café bien cargado. La sorpresa se produjo cuando regresó al dormitorio y comprobó que el cocodrilo seguía allí. Sonriente. Sobre su cama.
Metafórico o no, la imagen del cocodrilo es suficientemente extraña como para evitar que nuestro cerebro y ojos se aparten, aunque solo sea un segundo, del texto. ¿Habéis visto a ese cocodrilo? ¿Ha hecho falta describir el dormitorio o detenerse demasiado en las acciones cotidianas? No, de eso ya se encarga nuestro cerebelo, podemos ahorrarnos el trabajo. Lo que nos reclama el lector es ese cocodrilo… o cocodrila.
Tampoco es necesario algo tan extremo como ese animal. Bastan con pequeños detalles. Volvamos al texto inicial, con un montón de acciones normales, y metamos algún cocodrilo más corriente pero llamativo.
Juan abrió los ojos y, tras desperezarse, se incorporó. Ella no estaba. Se dirigió a la ventana para abrir la persiana. Hacia sol. Se calzó las zapatillas rosas con un dibujo de Hello Kitty. Fue al lavabo. Tras lavarse la cara cogió el dentífrico y el cepillo de dientes. Cuando terminó se enjuagó la boca. Apagó la luz del cuarto de baño. Cruzó el pasillo dando pequeños saltos hasta llegar a la cocina. Allí observó una nota bajo el tarro de café soluble. Cuando vertió el café y el azúcar, introdujo la taza en el microondas. Esperó a que se calentara. Al escuchar el pitido la sacó y se sentó a la mesa. Leyó la nota. Después hizo una bola con ella y la tiró al suelo. Sopló un poco sobre el líquido negro antes de bebérselo. Regresó al dormitorio para hacer la cama y vestirse.
He resaltado en negrita los cocodrilos, pero seguro que no habría hecho falta. Son cosas concretas, imágenes que el cerebro entiende que se salen de la normalidad. Y por eso se mantiene atento, sin perderse en las imágenes preconcebidas del cerebelo.
«Una narración debe apoyarse cada poco sobre detalles únicos y peculiares. La literatura trata sobre lo excepcional. Todos tenemos rarezas, el ideal de normalidad como mucho llega a la puerta del váter. La mentira es narrar que alguien haga todo con una rutinaria mecánica.» (Ángel Zapata)
Y esto es todo por hoy, ojalá nuestra escritura se llene de cocodrilos. El mes que viene hablaremos de la CONTINUIDAD.
P. D. No, no me he olvidado, y mira que los ojos de ese cocodrilo me han descentrado un poco. ¿Qué es lo primero que produce más satisfacción a un escritor? Por supuesto: el punto y final de una historia. Esa sensación cuando compruebas que la historia imaginada ha tomado cuerpo es como una droga, pero sin el como.
TE PUEDE INTERESAR:
Hola David! Menudo post más currado. ¡Me pasma ver todas las cosas que haces! ¿De dónde sacas el tiempo? ¿Cómo te organizas? Perdona que te haga tantas preguntas, pero es que yo a duras penas puedo seguir el ritmo del Tintero, y es el único blog literario que sigo.
ResponderEliminarPor cierto, cuando hablas de la necesidad de incluir "cocodrilos" para captar la atención del lector, haces mención a un cuento de Edgar A. Poe donde el mejor escondite para un determinado objeto consiste simplemente en dejarlo a la vista de todos. Se trata de "la carta robada". Forma parte de la trilogía de cuentos detectivescos de Poe junto a "los crímenes de la rue Morgue" y "el misterioso caso de Marie Roget". Muchas gracias por todo y un fuerte abrazo.
Gracias, Beri. ¡Ah! ¡Es verdad! Al final pensé que era en una de las novelas de Ellery Queen, que también utilizó similar recurso. ¡Te agradezco mucho el aporte!
EliminarQue como me organizo... puff. A ver un pequeño Making Of.:
Publico cinco entradas al mes, y el mes cuenta con cuatro fines de semana que es cuando puedo dedicarme a la redacción y edición de las mismas. Entre semana, por trabajo y la vida en general, acabo muy cansado. Así que de Lunes a jueves, me dedico a comentar las publicaciones que los compañeros suben a sus blogs. También a compartir en redes las entradas de este blog y preparo el material de las publicaciones. Cuando hablo de material es información sobre la vida del autor, la lectura de la novela del mes, búsqueda de imágenes, esquema del contenido de la entrada e imagino cosas futuras. Es el viernes, sábado y domingo cuando me encierro con el blog. El primer fin de semana lo dedico a preparar la segunda y cuarta entrada del mes, también empiezo a perfilar la gala; El segundo fin de semana se lo lleva íntegramente la Gala, el recuento de las votaciones y un boceto de la revista. El tercer fin de semana se lo lleva integro la revista y ese sí que es estresante dado que cada relato me lleva maquetarlo unos veinte minutos. Lo hago en el CANVA y, aunque es genial, el proceso de corta pega se hace muy monótono. Esa semana es la más apuradilla dado que también tengo que preparar la del día 1 del mes e intento, para que el redactado sea más natural tener una visión y documentación muy amplia del autor en cuestión. Si solo lees la entrada del Wikipedia es difícil captar lo esencial del escritor.
Por supuesto, también lleva renuncias. Apenas piso las redes sociales salvo para compartir entradas y echar un vistazo al grupo de FB. Se me quedan comentarios por responder en el blog, también he de renunciar un poco a mi propia escritura o a la lectura de todo lo que quisiera. Pese a ello en ocasiones cuesta llegar, es por ello que estoy republicando esta serie de Cómo atrapar a un lector, que ya la subí hace años en mi blog Relatos en su tinta. Eso, sí, revisada a fondo.
De todas formas, cuando te marcas plazos y objetivos, parece que siempre acaban saliendo, aunque no sepas ni cómo.
Como ves, nada del otro mundo. Un fuerte abrazo!!
Hola David! Pues me reafirmo en lo dicho de que eres un fuera de serie, o bien algo que alguien por ahí se ha atrevido a insinuar. Me refiero a que seguramente no hay un único David, sino que sois dos o tres (como mínimo, jeje). Un saludo, maestro!!!
EliminarPues, sí. A veces mi cabeza parece el camarote de los hermanos Marx, je, je, je...
EliminarDesde luego Ángel Zapata es el genio de lo concreto. He aprendido mucho de él, creo que ya dije que su libro de buenos consejos nunca lo pierdo de vista... cuando me voy por las ramas en algunos relatos, procuro bajar a tierra firme y más que contar, enseñar o mostrar lo que ocurre. Una pequeña dosis de abstracción no está mal, pero saturar aleja al lector.
ResponderEliminarGracias David por recordarnos estas indicaciones tan importantes.
Bueeeno, voy a ver algún relato de los compañeros, a ver que se cuentan... talué.
Gracias, Isabel. ¡Siempre hay que meter cocodrilos! En esta entrada he introducido un poquito de neurología, que además de ser apasionante por sí solo, también te permite conocer cómo funciona nuestro cerebro. Si la utilizan los comerciales para obtener ventas, también nos puede servir para la escritura. Un fuerte abrazo!!
EliminarEs como la tercera vez que leo este artículo (lo releí para compartirlo en mi blog en su día) y me resulta cada vez más revelador. Lo de los cocodrilos es genial. Como lo son los ejemplos que pones para diferenciar entre mostrar y contar, algo que realmente da vida a una narración (mostrar) o las lastra con un exceso de palabrería (contar).
ResponderEliminarBuena idea lo de resucitar estos artículos en el nuevo blog.
Un beso.
Gracias, Rosa. Me alegra que te siga gustando. La idea de volver a republicarlas es porque en Amazon el libro está descatalogado y, además, por necesidad. A estas alturas de temporada necesito un pequeño respiro para poder llegar al resto de publicaciones. Aunque, eso sí, antes de publicarla les he realizado un buen lavado de cara. Tanto en el contenido como en la visibilidad de imágenes, etc...
EliminarLos cocodrilos son imprescindibles, si de inicio metes uno solo, el lector pica irremediablemente. La curiosidad del ser humano es la mejor arma que disponemos para conseguir que el lector siga leyendo. Un fuerte abrazo!!
Fantástico, David. Estos artículos resultan muy clarificadores (geniales los ejemplos) y de mucha ayuda. Mil gracias.
ResponderEliminarP.D. Busqué el libro de Ángel Zapata pero está ya descatalogado.
Gracias, Marta. Precisamente esa es una de las razones de que me decidiera por republicarlas. También es una manera de ir liquidando mi blog Relatos en su tinta, si algún día vuelvo a él será con un contenido muy concreto y en estos meses estoy borrando todas aquellas entradas que ya no tendrán cabida en él. Un abrazo!!
Eliminar¡Hola, David!
ResponderEliminarPara ser un dibujillo propio no está nada mal ;-). Creo que has dado con la clave exacta de porque se tiende a pensar que una novela es siempre mejor que su adaptación cinematográfica. A veces nos sentimos estafados intelectualmente con lo que habíamos leído e imaginado y lo que vemos finalmente en pantalla. Respecto a Zapata ha sido un gusto volver a leer esos consejos remasterizados. Los cocodrilos o un poquito de transgresión son una necesidad para todo lector.
Abrazo fuerte y a cuidarse.
Gracias, Miguel. Pienso que esa es una explicación, la implicación que uno consigue con los personajes de una novela es algo tan íntimo que cuando vemos esa misma historia con la interpretación de otro en un principio sentimos como que nos han robado algo. Esto no pasa tanto con las adaptaciones de cómics. En mi caso, que ya sabes que soy muy fanático de los superhéroes, adoro el Universo Marvel de los hermanos Russo, y mira que ahí si que se han tomado todas las libertades del mundo en cuanto a orígenes y desarrollo argumental. Pero es que en un cómic vemos ya las imágenes de la historia. Me alegra que hayas pasado un rato entretenido con esta entrada. Un fuerte abrazo!!
EliminarA veces creo que la escritura es encadenar palabras con gracia, pero... Qué profundo es el tema. Hace como un efecto boomerang, cuanto más tratas de profundizar más camino te encuentras por recorrer, aunque se hace muy agradable hacerlo en compañía de todos ;).
ResponderEliminarDavid, me ha venido a la mente el dinosaurio de Monterroso con la historia del cocodrilo, la verdad es que esa historia que te has inventado que engancha a manera de bien. Agradecidísimo por dar a conocer esas herramientas para ello. Aunque sospecho que esto es cómo las matemáticas o la música, puedes saberte la teoría de memoria pero si no lo pones en práctica nunca sabrás hacer nada. ¡Así que a escribir se ha dicho!
Un abrazo y nos leemos pronto, Maestro!
Gracias, Pepe. Los consejos narrativos yo los veo como la ortografía, cuando nos explican, por ejemplo, las reglas de acentuación tardamos años en aplicarlas, y es cuando ya las tenemos bien establecidas en nuestra mente que las aplicamos de manera automática, sin darnos cuenta. Jamás la lectura de un libro nos hará mejores narradores, pero sí nos puede dar una brújula, un instinto que desarrollamos escribiendo, que es el requisito básico para mejorar.
EliminarPrecisamente, tu excelente relato de La Zapatilla de ir por casa es un ejemplo práctico de estos cocodrilos que nos propone Zapata. Un abrazo!!
Interesante entrada, David, que creo haber leído ya alguna vez en tu blog personal (al que alguna vez tendrás que sacar las telarañas jeje) . Me la guardo para repasar de vez en cuando, que siempre viene bien limar los vicios y defectos con los que tendemos a escribir. No he leído el libro de Zapata pero visto el partido que le sacáis me lo apunto para cuando acabe este confinamiento extraño que nos toca vivir en estos días. Un abrazo y cuidate mucho.
ResponderEliminarGracias, Jorge. Como he comentado, poco a poco iré incorporando a este blog las entradas de aquel, al menos las que pienso que puedan interesar. De momento va a seguir criando malvas a la espera de ver qué hago con él, si vuelvo a publicar allí será con un contenido muy específico en su temática. Un fuerte abrazo!!
EliminarMuchas gracias, David. Muy interesante tu entrada!!
ResponderEliminarGracias, Paola. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!!
Eliminar¡Hola, David!
ResponderEliminarInterensantísima esta entrada. Es muy apropiada. Gracias por hacerme amena la tarde-noche.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Éowyn. Me alegra que te hayas pasado un rato entretenido con esta entrada un tanto teórica. Un fuerte abrazo!!
EliminarLo que más me gustan de estas entradas, David, son los ejemplos ya que me permiten entender claramente el contenido que lo que expones ¡Me lo paso pipa!
ResponderEliminarPor otra parte, he de decir que entiendo la satisfacción de la que hablas cuando consigues tener a un lector pegado a tus historias ¡Claro que debe ser satisfactorio! Y, en fin, lo del punto y final... Quizá para un escritor debe ser un respiro, pero a los lectores a veces se nos hace terrible terminar una historia que nos ha gustado.
Cuidaros mucho en casa!!!!!
Gracias, Macarena. Es que pienso que nada mejor que los ejemplos para mostrar la teoría. Sin ellos esta no es "visible". Me alegra que te haya resultado una lectura amena.
EliminarEn cuanto al punto final es realmente satisfactorio, luego viene la revisión, etc., pero cuando ves que la historia ha tomado cuerpo, impagable. Como lector es verdad que a veces nos da pena, pero ¡hay tanto por leer!
Un fuerte abrazo y ¡a cuidarse!
No podía ser más útil y entretenido el artículo. Me quedé con una sonrisa ante la imagen del cocodrilo/cocodrila sobre las sábanas. Y con el tipo de las zapatillas rosas saltando por el pasillo hasta la cocina, ni te digo. Lo comparto en redes sociales y te deseo a vos y a los tuyos mucha salud y que puedan cuidarse mucho.
ResponderEliminarUn abrazo virtual.
Gracias, Cyn. Lo primero es desear que allá en Argentina la situación se controle más pronto que tarde y que tú y tu familia os encontréis bien. En cuanto a la entrada, creo que esos ejemplos hacen visible la teoría de Ángel Zapata. En ocasiones nos pasamos contando lo obvio cuando lo que el lector quiere es lo extraordinario. Un abrazo y gracias por compartir!!
EliminarJo, David, vaya pedazo de maestro estás hecho. Y Zapata lo mismo de lo mismo. En cada ocasión que nos has ilustrado sobre lo que tenemos que evitar y cómo corregirlo, además de disfrutar aprendiendo, me queda un regustillo de culpabilidad, je, je. Pienso que si ahora mismo releyera mis últimos relatos (tampoco hay que ser tan exhaustivo y remontarme a meses atrás, je,je), encontraría un montón de vicios ocultos, esos que solo descubrís los especialistas en la materia. A veces pienso que me debe ocurrir como en el aprendizaje de un idioma nuevo: al principio aprendes muy rápido, pero luego llegas a un punto a partir del cual te resulta cada vez más difícil avanzar. Ojalá que solo sea una impresión y, sin saberlo, de forma inconsciente, me vaya impregnando, poco a poco, de esa sapiencia literaria. Creo que es cuestión de machacarnos un poco el cerebro para que llegue un momento en el cual todos los consejos que vamos leyendo los hagamos nuestros y los pongamos en práctica de forma automática.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias, Josep. Bueno, especialista y maestro es Zapata, yo con estas entradas soy como aquel que pasa los apuntes en la universidad. Como digo siempre, la teoría está bien, pero leyéndola no nos va a hacer narrar mejor. La clave es asimilar conceptos y llegar a ese punto en el que los veamos en nuestros propios relatos, que siempre es lo más difícil. En realidad, pienso que la pregunta clave es muy simple, basta con preguntarse: ¿Esta parte para qué la he escrito y qué le supone a la historia? Planteárnosla continuamente es lo que mejorará nuestra narrativa. Un fuerte abrazo!!
EliminarHola David...¡Qué blog tan fenomenal! Este artículo, que por los momentos es el único que he leído, no tiene desperdicio ¿cómo será el resto?...Esto es lo que , como escritor, estaba buscando. Voy a pasarle tu enlace a una amiga nueva escritora que tengo en México, y ni se diga que ya te estoy siguiendo. Por cierto, pongo a tus órdenes la sección LITERATURA de mi blog...De nuevo ¡qué gran descubrimiento!...Saludos de un venezolano desde Brasil
ResponderEliminarGracias, Alí. Un gusto conocerte. Este blog pretende ser una plataforma para fomentar la escritura y el compañerismo entre los distintos autores que suben sus relatos a sus blogs. Estamos como quien dice empezando, espero que el resto de contenido te guste y, por supuesto, te invito a participar de las distintas propuestas. Un abrazo!!
EliminarY se me olvidaba...¡tienes razón! La primera sensación más satisfactoria de un escritor es EL PUNTO FINAL...¡Dios mío! ...qué acertado estuviste
ResponderEliminar¿Verdad? No hay un mayor momento de magia que ese instante en el que la escritura te embarga, te sientes excitado mientras vuelcas en un papel esa historia que se muestra en tu cabeza. El punto final es una sensación impagable.
EliminarPerdona tanto fastidio...Es que mientras más reviso tu bitácora, más se me ocurren cosas. Te voy a dejar acá un enlace para mi blog, pero solo de la sección LITERATURA para que no tengas que buscar. de más está decirte que todo eso está a tus órdenes
ResponderEliminar¡Ains! No dejaste el enlace, ¿tu blog es Tigrero? Saludos
Eliminar!Hola David! me pregunto ¿No habrá una palabra más expresiva y generosa que tan solo decir !GRACIAS! a secas?
ResponderEliminarBueno, mientras la pienso y encuentro, te la dejo con un refresco o cerveza de tu gusto (así no es tan seca), ja, ja. De todo corazón, "mil gracias" por todo lo que das y te das, sacrificando algunos momentos muy tuyos para deleitarnos y hacernos más creibles como escritores.
Cuidate mucho, te dejo un abrazo y mi admiración a tu Ser.
Gracias, Harolina. Y ahora que lo mencionas, precisamente siempre comienzo la respuesta a los comentarios con un Gracias. Ya que alguien se acerque al blog es fantástico, que encima lo lea y comente casi es mágico. Un fuerte abrazo!!
EliminarJo, otra pedazo lección de escritura la que nos has dado (si yo llego a saber esto me ahorro el ir a los cursos de Escritura Creativa, ja, ja, ja).
ResponderEliminarRecuerdo cuánto énfasis hacían mis profesores sobre eso de "mostrar y no contar" y lo efectivo que es, tú lo has demostrado perfectamente con los dos textos que describen a un tío despreciable. Ese sistema, el de mostrar, es mucho más efectivo y ... mucho más laborioso. Yo lo he sufrido en mis carnes, o sería mejor decir en mis teclas, porque en un plis plas cuentas cómo es un personaje y a otra cosa, pero mostrar una escena donde se vean todas las características que quieres resaltar, eso es un trabajo de chinos, pero claro, el trabajo bien hecho requiere esfuerzo.
Me guardo este post como oro en paño.
¡Gracias!
Un abrazo.
Gracias, Paloma. Pues fíjate, a mi me parece que es mucho más complicado describir la personalidad de un personaje a mostrarlo. Decir que es así o asá es etiquetar de manera abstracta y al ser un listado perdemos la posibilidad de que el lector sienta al personaje. Por otro lado, pensamos que el lector tiene mucha memoria y durante todo el relato va a tener presente que al inicio de la primera de las treinta páginas dijimos que era tacaño, alto y moreno. Creo que no es así, al menos en mi caso. Soy incapaz de retener una lista de características, pero sí en cambio la sensación que me provocó al leer algo que hiciera. Además, es mucho más divertido de escribir. Un fuerte abrazo!!
EliminarGracias, Julio David. Te agradezco ese destacado archivo del enlace y, por supuesto, un fuerte abrazo de vuelta. A ver si esta tarde me paso a ese par de micros de Paciente Cero.
ResponderEliminarMi opinión es que cada tipo de escrito responde o debe responder a la intencionalidad última del texto a su tamaño y a su punto de vista. El Nouveau roman de Robbe-Grillett, Michel Tutor, Sarraute etc... respondía a un rechazo de la novela heredada del realismo francés y huía de la descripción de personajes. En cambio, Proust se recreaba en páginas y páginas hablando del Barón de Charlus. Los minicuentos de Augusto Monterroso, los de Borges o los de Cortazar necesitan cada uno otro enfoque. El gran Rafael Dieste un escritor realmente merecedor de mayor reconocimiento, hacía unos cuentos que se precipitaban hacia la sorpresa final.
ResponderEliminarYo recomendaría a los aprendices de escritor que lean mucho y eligan escritura muy variada y que de ahí, si pueden, ensayen sus propias formas.
Un abrazo de cuarentena
Gracias, doctor. ¡Menuda lección en un solo comentario! Desde luego que conseguir una voz propia es algo fundamental, pero también algo que no se puede encontrar en ningún libro o manual. El otro día leí a un autor decir algo así como que nadie puede enseñar a escribir una Obra maestra; pero sí unas reglas básicas del oficio. La literatura, como todo en la vida, es algo vivo. Y como tal va evolucionando al compás de lo que dictan los lectores de cada época. Pienso en la Odisea o la Iliada, en esas introducciones interminables que seguramente hoy serían recortadas por cualquier editor.
EliminarPero como dices, cada uno tiene que encontrar su propio camino. Un fuerte abrazo!!
Gracias, David siempre aprendo de tus consejos. La pena es que no retengo mucho en mi memoria cada vez más mermada. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Carmen. Pues aquí queda la entrada para cuando quieras repasarla o te pueda ser de utilidad. Un fuerte abrazo!!
Eliminar¡Madre mía, David! Tú sí que sabes enganchar y explicarte. Mil gracias por estas píldoras de sabiduría para mejorar nuestros escritos. He disfrutado muchísimo con los cocodrilos.
ResponderEliminarCuídate mucho, por favor. Un abrazo.
Gracias, Rebeca. Bueno, el mérito y el trabajo es del profesor Ángel Zapata. Yo me he limitado a pasar los apuntes como en la Universidad. Un fuerte abrazo y espero que te encuentres todo lo bien que la situación nos permite.
EliminarP.D.: creo que queda pendiente qué es eso que ocupa el primer puesto para el escritor.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ah! Está justo al final del artículo. El Post Data, creo que estarás de acuerdo con ello.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarQué entrada tan buena, no te imaginas lo mucho que te la agradezco.
Menudo trabajo, es increíble la calidad que tienen tus post.
Mil gracias y muy feliz martes.
Gracias, Gemma. Me alegra que te haya sido útil y que te haya entretenido unos minutos. En esta época más que nunca necesitamos montones de cocodrilos. Un fuete abrazo!!
EliminarMe parece una idea genial que rescates estos articulos, a ver si leyendolos de nuevo seme queda algo de tu sabiduria. Un abrazo y feliz noche 🌈🌈🌈
ResponderEliminarGracias, Vicenta. La sabiduría es del maestro Zapata, yo me he limitado a pasar los apuntes. Un abrazo!!
EliminarHola David, genial, me ayudas a volver a estar de nuevo en órbita con lo esencial, por cierto me llevo tu cocodrilo, otros se llevan al dinosaurio de Monterroso, yo, tu cocodrilo, espero que no te importe pero estará en mi blog para recordarme estas cosas excepcionales. Un abrazote compañero.
ResponderEliminarGracias, Eme. Mientras lo cuides y alimentes como es debido no hay problema, je, je, je... Bueno, en tu caso, los cocodrilos no suelen faltar en tus relatos, donde siempre aportas montones de ellos. Un abrazo!!
EliminarLos mini relatos son fantásticos para hacerse una idea de cómo quedaría con visibilidad, y entiendo mejor tus explicaciones al respecto. Es verdad, cuando estoy leyendo algo que me atrapa, hasta el sueño se aleja. Te agradezco de corazón las herramientas que de forma generosa pones al alcance de quienes nos gusta escribir, y siempre vamos aprendiendo.
ResponderEliminarMuchas gracias, David. Me guardo también esta en favoritos.
¡Un fuerte abrazo!
Gracias, Mila. Es que, en ocasiones, este tipo de entradas suelen incidir mucho en teorías y casi nunca en ejemplos. Creo que estos son indispensables para mostrar lo que se quiere decir. Un fuerte abrazo!!
EliminarGenial artículo, David. Me ha gustado mucho el tema de evadir la normalidad y cómo el cerebro repara en lo inusual. Un buen truco para hacer que la lectura sea más interesante :) Con ese ejemplo del cocodrilo queda todo perfectamente ilustrado jejeje. ¡Lo comparto en mis redes! Un abrazo :)
ResponderEliminarGracias, M.A. Creo que la Neurología es una estupenda herramienta para atrapar al lector, y cpnocer cómo funciona el cerebro es esencial. Si sirve en marquetin comercial, ¿por qué no en Narrativa? Un abrazo!
EliminarNo dejas de sorprenderme con tantos escritos, David, y tantas creaciones.
ResponderEliminarEs reconfortante estar en un sitio así en la red.
Son muy interesantes esos aportes psicológicos que nos dejas para utilizar a la hora de escribir.
Sin duda, todo un aporte, frente a la escasez de tiempo para ir buscando por el vasto internet "soluciones" para poder desarrollar historias que llamen la atención.
Muchísimas gracias por tu dedicación a estos humildes mortales, en mi caso al menos.
Gracias, Carla. Bueno, estas entradas no dejan de ser como cuando pasábamos apuntes en la universidad. Todo el mérito del contenido es del profesor Ángel Zapata.
EliminarComo dices, el tiempo es corto e internet es inabarcable, pero lo bueno de los blogs es que tienen permanencia, algo de lo que carecen redes tipo FB o Twitter en las que el tiempo de vida de una publicación se mide en minutos.
Y te aseguro que soy muy mortal, ja, ja, ja... Un fuerte abrazo!!
Excelente! La idea de los cocodrilos es maravillosa! Tanto que lo he tomado literal y me han dado ganas de escribir una historia sobre esos bichos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias David por tan buenos y útiles consejos! Éste artículo no lo había leído y es un tesoro. Te mando un abrazo.
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