«El hombre sin rostro se acerca al gran ventanal. Desde él, incluso sin la opción visor activada, puede ver la totalidad de sus dominios». Existen pocas cosas tan prometedoras como el inicio de una novela. Sobre todo por esas preguntas implícitas. Y es que, en este caso, no solo estamos presenciando algo tan cotidiano como un hombre acercándose a una ventana; sino, ¿qué es un hombre sin rostro? ¿Qué es la opción visor? ¿Está en realidad mirando por la ventana o lo que hace es controlar sus supuestos dominios? Sin embargo, y a pesar de todas estas cuestiones, lo que más llama la atención de este principio es otra cosa: la cuestión oscura, siniestra y misteriosa que envuelve las palabras.
Hola, soy José Espí Alcaraz, o, como más me gusta que me llamen, Pepe (de la Torre), y, aprovechando el homenaje de El Tintero de Oro a H.G. Wells, hoy vengo a hablar de distopías.
LA DISTOPÍA DE UNA MÁSCARA SIN ROSTRO
«Era un día frío y luminoso de abril y los relojes estaban dando las trece». 1984, George Orwell.
Si H.G. Wells escribió varias novelas distópicas, como La máquina el tiempo o La isla del Dr. Moreau, pero con escenarios un poco menos globales o fantasiosos, George Orwell le dio otra vuelta de tuerca con historias sobre sociedades enteras dentro de un futuro no muy lejano. En ellas, como bien sabemos, un régimen totalitario se encargaba de reducir las libertades de la gente a la nada. Porque hablar de distopías es hablar de 1984. En esta cita recojo del inicio de la obra, donde se ven unos relojes que, simplemente, pueden marcar la una del mediodía o ser el mal augurio de lo que va a venir a continuación. Y es que la definición de distopía es eso: una sociedad ficticia indeseable en sí misma.
ORÍGENES PARA UN NUEVO MUNDO
«Un edificio gris, achaparrado, de solo treinta y cuatro plantas. Sobre la entrada principal se lee:”Centro de Incubación y Condicionamiento de la central de Londres” y, en un escudo se divisa el Estado Mundial: “Comunidad, Identidad, Estabilidad”». Un mundo feliz, Aldous Huxley.
Según su temática, las distopías pueden ser de dos grandes tipos. El primero correspondería a una sociedad futurista donde todo está muy bien estructurado y la parte distópica es consecuencia del propio devenir social, económico o evolutivo de la humanidad, donde las clases sociales están bien diferenciadas, las reglas marcadas al dedillo y la libertad atada a las apetencias de un dogma social. Uno de los ejemplos más claros de este tipo sería Un mundo feliz de Aldous Huxley, otra de las obras cumbre de la distopía. En ella, la gente simplemente es feliz por estar sujeto de forma genética a su sino antes de nacer. La discriminación social aceptada, junto con una estructuración social, marca el devenir de esta gran novela dejando un mensaje tan abrumador como macabro.
«Dormíamos en lo que, en otros tiempos, había sido el gimnasio. El suelo, de madera barnizada, tenía pintadas líneas y círculos correspondientes a diferentes deportes. Los aros de baloncesto todavía existían, pero las redes habían desaparecido». El cuento de la criada, Margaret Atwood.
El otro tipo de distopías son historias marcadas por algo que se ha llevado la sociedad por delante: un holocausto zombi, una invasión alienígena, una catástrofe natural... De algún modo, el mundo se ha ido al traste y la gente trata de salvarse como puede, y no suele ser nada ortodoxo. En este caso, pongo el ejemplo de El cuento de la criada de Margaret Atwood en la que, aunque no es un muy buen ejemplo ya que en el fondo sigue teniendo la estructuración social dentro de un régimen totalitario, la trama pivota sobre la pérdida de fertilidad de la gran parte de las mujeres, dejando ese papel a las “criadas”, las pocas mujeres aún fértiles que quedan, a las que se las somete a un yugo de convertirse en procreadoras a la fuerza.
OBSERVAR EL PRESENTE PARA VISLUMBRAR EL FUTURO
«Era un placer quemar». Fahrenheit 451, Ray Bradbury.
En un mundo de propaganda informativa, fake news o conspiraciones varias, una distopía es el instrumento perfecto para la denuncia social. El conformismo o la aceptación de algunas normas imbuidas de poco a poco o la propaganda difundida por los medios pueden hacer que la sociedad en cuestión no pueda ver más allá de sus narices. Pero para eso están las distopías, para ejemplificar lo que el ojo humano no ve. Porque todo es útil para conformar una historia que critica la propia realidad, y, aunque el resultado final pueda parecer un tanto exagerado, la metáfora que queda es sumamente potente, porque ¿en serio es necesario quemar unos libros por temor a la discordia y sufrimiento que puedan causar? ¿En serio no tienen otra cosa que hacer los bomberos que quemar dichos libros?
«Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana». El proceso, Franz Kafka.
También hay casos en que puede que las cosas, dentro de las propias historias, no lleguen a ser tan evidentes; puede que la trama no se dé en un futuro lejano, o que la tierra no haya sido asolada por ninguna catástrofe; puede que el protagonista en cuestión comparta con el lector la misma vida, y, de rebote, la ignorancia que le lleva a sufrir lo indecible. Y, para esto, nada mejor que la metáfora kafkiana. En El proceso, Josef K. se ve envuelto en un delito que ni conoce ni recuerda haber cometido. Nos encontramos ante otro tipo de distopía, creo que del tipo estructurado, pero en el que la sociedad es totalmente normal con la salvedad de las extrañas normas que solo afectan al protagonista y al propio lector.
DISTOPIAS MINIMALISTAS
«Tal como dictaba la ley, la pena de muerte le fue comunicada a Cincinatus C. en voz baja», Invitado a una decapitación, Vladimir Nabokov.
Aun así, una historia no tiene por qué valerse de una sociedad al completo para desarrollar una distopía. Kafka, en El castillo o La metamorfosis ya jugó con este concepto, pero a mí me gustó más la novela de Navokov, Invitado a una decapitación, de la que traigo las primeras líneas. En este caso, se plantea una distopía minimalista, concentrada en la celda carcelaria del propio Cincinatus C. mientras espera el día de la decapitación. En ella van sucediéndose visitas y acontecimientos cada vez más disparatados en una distopía que se desarrolla en la mente desquiciada de un preso condenado a un crimen innombrable.
UCRONÍAS Y DISTOPÍAS
«La mejilla de César está aplastada contra el suelo. Sabe que es el suelo porque ya no queda vacío por el que seguir cayendo. Sus nervios silencian un dolor que se propaga dese la sien hasta algún punto más allá de las rodillas». Ojalá tú nunca, de Javier Miró.
A priori, el género distópico puede estar encajonado en la ciencia ficción, y eso limita mucho a la hora de gustos. Pero ¿en serio es necesario que las distopías sean futuristas o historias metafóricas? Pues bien, si algo tienen este tipo de historias es que pueden mezclarse con infinidad de géneros. Una de los recursos con que mejor casa es con las
ucronías. En
Ojalá tú nunca nos podemos encontrar con una historia en la época que sea con la situación que sea con los personajes que se deseen, ya que estaremos ante una realidad alternativa, inventada por el autor alterando el consiguiente momento
jonbar, como vimos en el
microrreto ¿Y si…? el año pasado. En este caso me planteé traer
El hombre del castillo, de Philip K. Dick, pero preferí optar por una novela más actual. Aunque, también es cierto que poco puedo decir de Ojalá tú nunca ya que es una historia ucrónica escrita de tal modo que tratar de hablar de cualquier cosa de ella ya es en sí un spoiler. Solo diré que los nazis ganaron la guerra y mantienen un pulso con la URSS a modo de guerra fría.
LA CLAVE DISTÓPICA
«El doctor Alexander Hoffmann, sentado junto a la chimenea de su estudio, en Ginebra, con un puro a medio fumar, apagado, en el cenicero que tenía a su lado y con lámpara de resorte Anglepoise cerca del hombro, pasaba las páginas de una primera edición de La expresión de las emociones en los animales y en el hombre de Charles Darwin». El índice del miedo, Robert Harris.
Desde mi punto de vista, para que una distopía funcione necesita tener una utopía asociada, aunque sea solo de manera conceptual. Nos encontramos con una de esas dualidades como el bien y el mal o la noche y el día; binomios que no pueden existir por separado. La búsqueda de esa contrapartida es un aliciente más y lo que nos lleva a esta novela que, aunque pocos la tacharían de distopía, más bien de thriller financiero/tecnológico, yo sí que sentí ese tira y afloja entre las dos vertientes. A través de un futuro muy cercano, se centra en esa búsqueda utópica de mercado, pero con el sempiterno e implícito miedo por caer en las fauces de otra cosa perversa. La historia se va conformando por encima de esa línea endeble que separa ambas ideas como un funambulista sobre una cuerda floja, sin red y con un sino que deparará el devenir de la humanidad.
«Al despertar en el bosque en medio el frio y la oscuridad nocturna había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior», La carretera de Cormac McCarthy.
Lo que hace de las distopías algo que guste tanto, y para mí lo mejor, es el misterio que las envuelve. El misterio por saber qué ha pasado, por conocer por qué el mundo se ha ido al traste. Y el mejor ejemplo de ello es La carretera de Cormac McCarthy. En esta novela no se sabe nada. El mundo está devastado por algo que no se conoce y la gente ha de ir de un lado a otro para tratar de encontrar comida y, de algún modo, ir sobreviviendo. La historia es tan compleja y tensa que no hace falta ni que haya un conflicto inicial que ponga en marcha la novela. Desde la primera línea, el lector se pone en guardia ante algo que aún no sabe, pero que, en todo momento, teme que se le venga encima. Y es que, en esta novela se plantea el misterio a lo desconocido como principal arma, porque los humanos queremos saber, queremos entender, y si la cosa está versada sobre algo sombrío y conflictivo aún nos da mayor gusanillo. A las pocas páginas, esa querencia se transforma en necesidad. Necesitamos saber el porqué de la ausencia de libertad, conocer quién es el Gran Hermano, aceptar el sufrimiento que no deja a la gente desarrollarse con normalidad o, como empiezo esta entrada, entender por qué hay un hombre sin rostro asomándose a un ventanal que, además, es el mandamás de todo lo que ve.
Por cierto, esas primeras líneas son las únicas en las que no he desvelado la novela que inician.
EL ROSTRO TRAS LA MÁSCARA
Y no es que se me haya pasado, es que me lo estaba reservando para ahora: es el principio de mi primera novela,
Máscaras sin nombre, que, como habréis adivinado, es una distopía. Tampoco será complicado adivinar en qué obras se ha basado. En ella, la sociedad se ve comprometida dentro de una compleja historia fantástica que, bajo la apariencia de una novela de ciencia ficción, posee un trasfondo psicológico que hará cuestionar la propia realidad social; y es que ¿percibimos todos el mundo de igual modo o nos movemos entre distintas realidades?
Y vosotros, ¿leéis distopía? ¿Conocéis otros títulos? ¿Os ha picado para comenzar a escribir alguna?
¡Saludos, tinteros!
Gracias, Pepe, por este fantástico artículo. Si queréis más información sobre Máscaras sin nombre os recomiendo visitar el blog Entre unas cuatro esquinas,
AQUÍ. Y ya sabéis que la sección
¿Qué te cuentas? está permanentemente abierta para todos aquellos que queráis contarnos cosas sobre vuestra obra o hablarnos de géneros tan apasionantes como las
Distopías.
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Una entrada estupenda, muy ilustrativa e interesante.
ResponderEliminarLas obras badsadas en una distopía no son de las que más me gusta, aunque han habido honrosas excepciones. En la pantalla, un ejemplo de esta excepción fue Fharenheit 541, hace tropecientos años, y El cuento de la criada muy recientemente.
En cuanto a novelas, muy pocas he leído. La primera, y me me gustó mucho, fue Un mundo feliz, de Huxley, cuando era adolescente. De mucha más rabiosa actualidad ha sido la lectura de Máscaras sin nombre y he quedado agradablemente sorprendido por la gran imaginación de su autor, nuestro amigo bloguero José Espí.
Un abrazo.
Josef, es que cuando te leen con tan buenos ojos, todo lo que haces esta buen hecho, jejej.
EliminarUn abrazo, amigo!
Muchas gracias, David, por hacerme un huequecito en el Tintero. El hombre sin rostro me ha dicho que estará eternamente agradecido, aunque visto desde su punto de "vista" algo distópico, no sé si es bueno, jejej.
ResponderEliminarUn abrazo!
Al contrario, gracias por este aporte enriquecedor, Pepe. Ostras, y mira que he intentado esconderme en los subterráneos, ja, ja, ja... Un fuerte abrazo!
EliminarGenial, Pepe. Me ha encantado esta entrada y todo lo que has contado sobre las distopías, ucronías, utopías y demás. Me ha resultado muy interesante esa pareja según tú indisoluble entre utopía y distopía. Nunca lo había pensado: inseparables como el bien y el mal o la noche y el día... Tal vez es la búsqueda de la Utopía lo que nos lleva a la distopía, la búsqueda de ese mundo feliz que todos ansiamos.
ResponderEliminarYo soy poco aficionada a las distopías, aunque de los libros que mencionas he leído casi todos. Por cierto, te agradezco que me hayas recordado el tuyo. Está en mi Kindle hace un tiempo y ahora lo paso a la parrilla de salida.
Un beso.
Muchas gracias , Rosa, espero que te guste, aunque sea un poquito. La verdad es que una utopía para unos puede ser una distopía para otros, esa dualidad da para muchos juegos, para justificar o no los fines deseados en función de sus medios. Y es que nunca llueve a gusto de todos.
EliminarUn abrazo!
Excelente artículo Pepe. Precisamente hace unas semanas leí en un diario que la distopía (que siempre tiene un trasfondo negativo de la realidad que dibuja) está empezando una lenta decadencia, especialmente tras la pandemia, en favor de una ficción, por muy futurista que sea, donde la esperanza ocupe un lugar preeminente. No sé si tendrán razón o no pero tu análisis viene muy a cuento en lo que respecta a las tendencias que se observan tanto en literatura como en cine.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Matilde, yo también leí un artículo que hablada de esa decadencia que estaba sufriendo la historia distópica, aunque el motivo era por el gran auge que ha tenido en novela juvenil. Al parecer, está en ese punto de inflexión que marca la moda una vez se ha llevado al extremo. Aunque ese aspecto que señalas tiene mucho sentido. Puede que hayamos vivido una y necesitemos aires positivos, jejeje.
EliminarUn abrazo!
¡Hola!
ResponderEliminarMuy didáctico y documentado tu artículo. Me pareció muy interesante, me gusta la temática de tu libro, así que espero leerlo muy pronto. Soy fan de estos mundos distópicos y utópicos que nos dejan una advertencia. Te recomiendo Snow Crash de Neal Stephenson una distopía Cyberpunk. Y también Metro 2033, de Dmitry Glukhovsky, es un cruce de novela de terror y distopía post apocalíptica.
Un saludo!
Muchas gracias, Yessy, espero que te guste, o que lo llegues a disfrutar. Por cierto, tomo buena nota de esos dos autores, Yessy, muchas gracias por compartir.
EliminarUn abrazo.
Muy buena entrada, Pepe. Excelente selección de títulos distópicos, unas obras ya clásicas en el género de la CiFi, de las cuales ya he podido saborear unas pocas. Me apunto los títulos distópicos desconocidos para mí de Nabokov, Harris y Miró.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir, un abrazote.
Te aseguro que esas tres novelas no te van a dejar indiferente, jejej.
EliminarOtro abrazote, Carles!
Muy buen artículo, Pepe y muy buena iniciativa la de David de traernos escritores invitados para conocer más sobre las disciplinas que dominan. En lo personal soy un amante de la ciencia ficción y más aún cuando se fusiona con los distintos mundos distópicos creados por los distintos escritores o guionistas que han adaptado novelas o han creado de la nada libretos originales. Además, pienso que la distopía es un género infinito por las miles de posibilidades creativas que ofrecen al escritor.
ResponderEliminarFelicidades por ese 'Máscaras sin nombre' que desde luego tiene un comienzo intrigante, inteligente y que de salida tiene pinta de enganchar rápidamente al lector.
Abrazos a ambos.
Muchas gracias, Miguel. La verdad es que la distopía está en auge en el cine, y parece que siempre lo estará, y es que, como dices, las posibilidades son un infinitas y cada vez más imaginativas. Me alegra mucho que te gustara.
EliminarUn abrazo
Qué sorpresa ha sido leer esta entrada, Pepe. Me ha parecido muy buena. Algún libro de los mencionados ya he leído, pero no así "Máscaras sin nombre" que pronto tendré en la mesa para leer. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, ha sido una sorpresa pero sobre todo una gozada poder compartir mis desvaríos.
EliminarPues muchas gracias, Isan. Te recomiendo que los leas todos, incluido el de Máscaras, ja, ja, ja.
Un abrazo!
Caray, qué interesante está todo este artículo, explicito y con pautas que ayudan más a diferenciar estas vertientes literarias. Además de compartir interesantes libros nos nutres con esos ejemplos, y qué decirte de tu libro, mis deseos de que tengas mucho éxito y se sigan sumando otros libros según vayas creciendo en creatividad y sintiendo esas ganas de dar más de tu ingenio.
ResponderEliminarTambién celebro el anuncio de la próxima revista, David eres imparable.
Gracias a ambos, David y Pepe por esta entrega, un lujo contar con ustedes. Que tengan una fructífera y divertida semana.
Muchas gracias, Harolina. Como le dije a Josep, es un placer contar cosas para gente tan agradecida como vosotros.
EliminarUn abrazo!
¡Qué buena entrada!
ResponderEliminarYo antes leía más distopías que ahora, la verdad. Y respecto a escribirlas, jamás me atrevería, hay precedentes demasiado buenos y me da miedo.
Muchas gracias por u post tan interesante y didáctico.
Muy feliz semana.
Por cierto, gracias pro la entrada a los dos, a David y a Pepe, que lo dije muy en general.
EliminarPues es muy divertido, Marigen. Es evidente que alcanzar el nivel de los predecesores es imposible, pero no por ello podemos dejar de jugar. Te lo recomiendo, je, je.
EliminarUn abrazo y muchas gracias
Hola, Pepe. Vaya entrada de tintero de lujo nos has descrito tan bien. Un subgénero que por su riqueza y variedad bien podría independizarse.
ResponderEliminarCreo que has empleado la mejor forma de hacerte entender a la vez que siendo ameno llevando definición y ejemplo de la mano.
En cuanto a tu novela, he visto que está en Amazon, así que caerá. Lo que no te puedo decir es cuando la leeré porque, en eso de leer, sigo siendo un informal.
Saludos 🥂🖐🏻
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstaba repetido, cosas del Internet 🖐🏼
EliminarHola, JM. Sí, en la escritura te dicen que hay que mostrar tanto o más que decir, y pata muestra no hay mejor que las grandes obras del tema. En cuanto a mi novela, decirte que estará ahí hasta que venga una debacle (distópica o utópica) así que cuando tengas ganas reales, ¡a por ella! Y ya me dirás si has podido escapar o no de... Bueno, de ese que sale por ahí 🤪🤣
EliminarUn abrazo!
Las Distopias son muy poderosas, lei 1984 y casi como que me pareció entender como funcionaba el mundo actual. Estos libros verdaderamente lo marcan a uno. Y cierto la primera frase debe ser como un águila despiadada que agarra al lector. Ese ser sin rostro me inquieta bastante.
ResponderEliminarCabria preguntarse si un relato corto de digamos menos de 300 palabras tiene el suficiente "espacio" para describir una Distopia que suma al lector en completa desesperación y asombro. O quizás diríamos que Distopias y Novela van de la mano. No lo se.
EliminarEn cuanto, con cuatro frases, creas la situación y el entorno la imaginación puede completar el resto; esa es la grandeza de los micros.
EliminarA mí también me cambió 1984. Creo que es muy actual a pesar de tener tantos años. Y eso es por la metáfora utilizada que puede extrapolarse, o también porque no hemos cambiado en tanto tiempo. No sé. Aun así, da que pensar. Por otro lado, creo que no hace falta extensión para escribir distopía, una cosa es el escenario, pero no tiene porqué ser el protagonista. Si te centras en un personaje en un momento concreto y dentro de un escenario distópico del que describes con cuatro palabras, yo creo que sí cabría. Habrá que probarlo, no?
EliminarUn abrazo!
Si es que siempre lo digo y con la boca grande, no se para de aprender por estos lares.
ResponderEliminarUna iniciativa generosa y muy puntual del amigo David, y ¿a ti que decirte estimado amigo Pepe?, que tengo la suerte de haber leído tu libro, y que esta disertación que nos regalas en torno al mundo de las distopías abre puertas al entendimiento y a la comprensión del término, y de su uso en historias como "La máscara sin rostro".
Ando fatal fatal de tiempo estos días, pero no quería dejar de venir a este rincón tan especial en el que todos, no solo cabemos, sino que sumamos.
Enhorabuena
¿Sabes, Isabel? Antes pensaba que lo más difícil de escribir un libro era eso, escribirlo; ahora he entendido que lo realmente complicado es que alguien quiera leerlo. Por eso, no sabes lo agradecido que estoy con todo el mundo que se ha tomado el tiempo e interés en hacerlo. Además, como le decía a Josep que también lo leyó, si el lector me lee con tan buenos ojos, ¡es una gozada!, je, je.
EliminarUn abrazo!
Pues lo más difícil que me parece, además de escribir un libro y conseguir que nos lean, es la dichosa trabajedera de la corrección de las galeradas que me trae por el camino de la amargura, estoy hasta el mismísimo "pubis" (parodiando tu relato de los macarrones)
EliminarBuá! Es que las galeradas no están bien vistas para "opinión púbica". Qué te voy a decir yo, jajaja. Mucho ánimo!
EliminarPues muchísimas felicidades, Pepe, por esa novela que tiene una pinta estupenda y gracias por las explicaciones que aportas sobre un género que yo no conozco demasiado pero que ofrece muchas posibilidades. Una entrada muy muy interesante.
ResponderEliminarPues es un género que del que vale la pena internarse, Marta. Son historias intrigantes que te atrapan hasta el final. Te las recomiendo.
EliminarMuchas gracias por la parte que me toca y un fuerte abrazo!
Muy interesante artículo y una buena anticipación de una novela propia. Cualquier distopía es justamente una anticipación del futuro o una distorsión del pasado pivotado sobre un presente que tiende hacia ellas por su propia inestabilidad. Ciertamente cualquier distopía es una lección moral, una llamada de atención hacia un mundo posible o hacia un mundo que pudo ser.
ResponderEliminarUn recuerdo para una ucronía distópica de un extraordinario escritor recientemente fallecido: La conjura contra América de Philip Roth
Vaya, Doctor Krapp, una reflexión realmente acertada sobre la distopía y sus pormenores. Solo me he leído una novela de Philip Roth y me sobrepasó. Gracias por el aporte, un abrazo!
EliminarGracias por está entrada, por los libros sobre los que tratas y que no he leído. En cuanto a las distopías, como todo libro o novela si está bien contada son apasionantes.
ResponderEliminarSuerte con tu libro y enhorabuena.
Un saludo.
Muchas gracias, Ángel. La distopía es un género que atrapa, cuando leí 1984, me dije, yo tengo que hacer algo así, salvando las distancias, claro.
EliminarMuchas gracias y un abrazo!
Efectivamente, David, coincido contigo en el hecho de que lo que gusta de la distopía es el misterio que la envuelve. Y lo posible le aporta ese toque macabro. No exactamente literatura, pero The Man in the High Castle que puede verse ahora en Amazon, es un universo paralelo donde las potencias del Eje ganaron la Segunda Guerra Mundial. El resultado es verdaderamente espeluznante (aparte de que la serie está superbien ambientada).
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Sí, esa serie está basada en la novela de Philip K. Dick que lleva el mismo nombre. Lo suyo, como comentas, es esa parte chunga de la historia. Distopía es una alegoría de lo chungo, la parte malvada de cada idea.
EliminarMuchas gracias por el aporte y un abrazo!
Un artículo genial y muy instructivo sobre la distopía, un género que no suelo leer mucho pero que tampoco me disgusta y que ahora está cogiendo auge.
ResponderEliminarGracias David por la oportunidad de conocer a Pepe y su primera novela que tiene una pinta estupenda.
Mucha suerte con ella y un fuerte abrazo.
Hola, Lebasi. Pues te recomiendo que le eches un ojo en cualquier formato, novela, cine, serie... No te va a dejar indiferente, es más, atrapa.
EliminarUn fuerte abrazo y nos leemos!
Interesante artículo sobre distopías, ilustrado con varios ejemplos que ayudan a entender los diferentes tipos que pueden escribirse y se han escrito. Me apunto algunos títulos, y como no, también el tuyo que tengo pendiente. Enhorabuena por tu primera novela, Pepe. Un abrazo.
ResponderEliminarPues muchas gracias, Jorge, conociendo tu maestría creo que este género encaja a la perfección con tú estilo. Si decides darle una oportunidad a Máscaras sin nombre, espero que me des tu valoración, conociéndote, me sería de mucho provecho.
EliminarUn abrazo y a disfrutar de ese Tintero!